12/03/2018

[Campaña Cítricos] STOLLER Europe analiza los problemas que marcan las últimas campañas citrícolas, calidez en la climatología y el acuerdo de la UE con Sudáfrica que suponen la importación de cítricos sin aranceles

La producción citrícola en España supone el 5% de la producción mundial, siendo el séptimo país en importancia, detrás de: China, Brasil, EEUU, México y la India.

La superficie destinada a este cultivo en España, sitúa en primera posición a la Comunidad Valenciana con el 55,4%; el 29,4% a Andalucía; el 12,2 a Murcia y, finalmente, el 3% a Cataluña y el resto de España.

La campaña 2016-2017 arrancó con unas previsiones de producción de unos siete millones de toneladas; una cifra que se acercaba más a la de una temporada “normal” y se alejaba de los escasos 5,52 millones de toneladas recogidos en 2015/16. Pero vino marcada por problemas de diferente índole:

Desde el punto de vista climatológico, el verano del 2015 fue muy cálido y duradero, (alcanzándose elevadas temperaturas hasta bien avanzados los meses de octubre y noviembre) y precedió a un verano del 2016 igualmente cálido. Esto reducía la cantidad de “horas frío” requeridas por este cultivo para su correcto desarrollo y presuponía una reducida capacidad de brotación y calidad de la misma, para la siguiente campaña 2016-2017.

En contra de lo que cabía esperar, el árbol presentó una buena brotación e incluso cuaje. Pero: la falta de reservas; la inducción de una floración muy escalonada y de baja calidad y los condicionantes anteriormente descritos, agravados por las condiciones climatológicas del año y la ausencia de precipitaciones, dieron paso a “purgas” de frutos, (incluso en fases de desarrollo avanzadas) y a una baja calidad comercial de los mismos.

Por otra parte, el lastre que supuso el acuerdo de la UE con Sudáfrica, que permitió la entrada masiva de naranjas desde este país sin aranceles, lastró el inicio de la venta de la cosecha de variedades tempranas de naranjas y mandarinas (Marisol, Oronules, Clemenrubí, Basol, Navelina, …), hecho este, que provocó la saturación del mercado y la consiguiente caída de los precios.

Con el paso de los meses, dichos precios se estabilizaron en las diferentes zonas productoras, para las diferentes variedades de media estación (Clemenvilla, Hernandina, Salustiana, …) y de tardía (Navels, Valencias, Nadorcott, Tango, …), alcanzando valores interesantes para frutos que presentaran alta calidad.

La campaña citrícola 2017/2018 contempla unas previsiones de producción de 5,66 millones de toneladas, lo que supone un descenso del 20,1%. Las primeras cotizaciones del mes de julio, más allá de la problemática respecto de las importaciones desde Sudáfrica, están mostrando un mercado con perspectivas «optimistas», debido a la constatación de dicha falta de producción en diferentes variedades, pero en especial, de naranja temprana (Navelina, L7, M7, Fukumoto, …)

Desde el punto de vista climatológico, como ya se ha indicado, el verano del 2016 volvió a ser muy cálido y duradero y precedió a un verano del 2017, de idénticas características, en el que las altas temperaturas se prolongaron hasta bien entrado diciembre.

Esto planteaba de nuevo, un posible escenario para la campaña 2017-2018, similar al del año anterior, con desórdenes fisiológicos que implicarían una floración escalonada y posibles problemas de calibre y falta de calidad comercial y organoléptica del fruto, (provocada por procesos de sobremadurez y senescencia), así como a una elevada incidencia de afecciones de piel.

Hasta el momento, la calidad de la cosecha está resultando buena y el ritmo de comercialización dinámico, pero las condiciones ya mencionadas junto a las avenidas de viento y la posible presencia de lluvias y rocíos, pueden dar paso a defectos y alteraciones en los frutos que, junto a ataques fúngicos o la caída fisiológica de los mismos, pueden llegar a afectar al devenir de la campaña.

Por otra parte, cabe mencionar como punto a favor, que las bajas temperaturas de los últimos días de diciembre, (excepción hecha de las zonas donde hayan supuesto heladas), favorecerán la conservación de los frutos, (ya maduros en la mayoría de variedades que restan por recolectar), previo tratamiento con funguicidas y, en el caso de variedades con problemas de caída fisiológica endémica o inducida por acentuadas diferencias de temperatura entre el día y la noche, con productos anti-caída.

Bajo estas premisas y con la necesidad de rentabilizar las explotaciones, cabe racionalizar los gastos, intentando gestionar la explotación desde el punto de vista: técnico, económico y comercial. Pero, ante todo, el productor debe destinar sus esfuerzos a producir frutos de máxima calidad, para poder diferenciarse en el mercado y poder así defender sus intereses en la venta de su producto.

Para áreas eminentemente minifundistas, como es el caso de la Comunidad Valenciana, este tipo de explotación lastra la progresión de la citricultura en una zona que, disfrutando de la mejor localización geográfica y climatología para el desarrollo del cultivo, ve comprometida la rentabilidad, principalmente por los gastos en mano de obra y por la masificación de un mercado que, sólo en casos de: variedades con ventanas de comercialización concretas o con producciones “acotadas”; mermas de producción por contextos climatológicos adversos o mercados “exclusivos”, puede resultar rentable.

Por todo ello, resulta indispensable caminar hacia la mecanización de las explotaciones o la agrupación parcelaria, con el fin de disminuir los gastos de producción, como viene siendo habitual en otras regiones como Andalucía o Murcia, donde el tamaño medio de las explotaciones, es mucho mayor.

Para conseguir abordar estos planteamientos, resulta necesario, en función de: las características agronómicas del cultivo, de la variedad y de las necesidades de comercialización, plantear opciones que aseguren: un desarrollo equilibrado de las planta a nivel vegetativo; floraciones y cuajados de calidad, incluso en contextos adversos; elevadas producciones sin alternancias anuales; frutos con destacadas cualidades físicas y organolépticas (calibre, calidad de piel, color, contenido en sólidos solubles, índice de madurez y turgencia ), que aseguren un alto valor comercial de los mismos, o gestionar la recolección, asegurando así la entrada en el mercado en el momento de mayor interés para el productor.

Stoller centra sus acciones en la línea de lo expuesto, mediante el diseño de herramientas basadas en aquello en lo que durante tantos años llevamos especializándonos: la FISIOLOGÍA VEGETAL. A partir del “Know-how” adquirido a lo largo de años de investigación y desarrollo, planteamos estrategias para solventar problemas de cultivo y dar opciones de control del mismo, de cara a que el productor pueda diferenciar y defender su producto en el mercado y rentabilizar su explotación.

En este contexto y con la progresiva restricción por parte de la CE y los países importadores de materias activas y sus residuos en fruta, productos como: Stimulante, Hold Plus, Citocalcium, Sugar Mover, Bioforge, Nitroplus ,…en su línea convencional o ecológica, cobran una especial relevancia de cara a asegurar el control y buen manejo de las explotaciones así como producciones rentables y continuas.

Vicente Doménech
Product and Technical Manager
Stoller Europe