COIAL [CV+IB]14/11/2025

La aportación del COIAL al debate sobre riego inteligente en Aquaforum: “Es necesario un cambio cultural”

Aquaforum abrió su primera mesa redonda en el marco de EFIAQUA con una composición especialmente equilibrada entre perfiles profesionales, académicos y representantes del regadío. Además de la intervención del secretario técnico del COIAL, Pepe Carbonell, el debate contó con la presencia de Gregorio Egea, catedrático de la Universidad de Sevilla en el área de Ingeniería Aeroespacial y Mecánica de Fluidos, doctor ingeniero agrónomo, cuya especialización en mecánica de fluidos aportó una perspectiva científica de enorme valor. Junto a él participaron José Alfonso Soria, presidente de FECOREVA y Manolo Planells, secretario general de la Acequia del Oro, incorporando la visión directa de los regantes. La mesa estuvo moderada por Pascual Broch, vicepresidente de FECOREVA, y destacó por ese equilibrio tan difícil de conseguir entre la experiencia profesional, la capacidad docente y académica, la representación institucional y la práctica real de las comunidades de regantes. Un planteamiento coral que permitió abarcar el debate sobre riego inteligente desde todas las perspectivas posibles.

Un cambio de paradigma que era cultural antes que tecnológico

Cuando el moderador preguntaba qué significa realmente “riego inteligente”, Pepe explicaba que el verdadero salto no se basa en los sensores, sino “en la manera de gestionar el agua”. Añadía que antes se regaba “según costumbres y disponibilidad, mientras que hoy el sector exige anticipación, información y decisiones fundamentadas”.

Para hacerlo comprensible, Carbonell recurría a un símil muy gráfico: la Fórmula 1. “Un buen resultado requiere una máquina adecuada (infraestructuras modernas), un buen piloto (regante y técnicos) y un equipo que interpreta los datos”. Porque, según él, “la tecnología no resuelve nada por sí sola: únicamente funciona cuando hay un cambio cultural que permite compartir información y aceptar recomendaciones que, a menudo, rompen inercias muy arraigadas.

Diversidad territorial: la clave no es el coste, sino la adecuación

En la segunda parte del debate, centrada en cómo adaptar soluciones tecnológicas a un país tan diverso, Carbonell respondía que la tecnología no era cara ni inaccesible, sino “adecuada o no adecuada” según el lugar. Recordaba que incluso los regantes de mayor edad manejan a diario herramientas digitales avanzadas. “WhatsApp es tecnología punta”, aseguraba, para subrayar que el problema no está en la capacidad digital, sino en elegir bien.

En este punto introducía una idea que desde el COIAL se repite en muchos foros: la fragmentación del suelo agrícola. Explicaba que muchas explotaciones que podrían ser rentables dejaban de serlo porque estaban divididas en decenas de parcelas dispersas. “No es el minifundismo por sí mismo lo que limita la competitividad, es la falta de eficiencia que genera esa dispersión. Cada agricultor debe saber en qué liga puede competir para ser viable”.

Agua y energía: la unidad relevante es el alimento producido

En el bloque dedicado a agua y energía, el secretario técnico del COIAL proponía un cambio conceptual: “La unidad básica de la ingeniería es el Julio; deberíamos hablar de alimento producido, no de agua o energía por separado”. Explicaba que con energía “puede obtenerse agua y con agua puede obtenerse energía”, y que la sostenibilidad “se mide optimizando la relación entre ambas para producir alimentos con el menor impacto posible”.

Aprovechaba también para cuestionar ciertos discursos que desacreditan el regadío en España. “La agricultura no consume agua; consumen agua las personas que comen alimentos”, insistía.

La bala de plata: pasar de administrar agua a gestionar demanda

En la pregunta final, el moderador pedía a cada ponente una única medida clave para garantizar el futuro del regadío. Pepe elegía una que resumía toda su intervención: “La bala de plata es el cambio cultural”. Explicaba que hay que dejar atrás “la idea de administrar el agua disponible y avanzar hacia un modelo que gestiona la demanda hídrica de los cultivos”.

Ese salto, detallaba, requiere “infraestructuras flexibles, profesionales capaces de interpretar información y tecnologías que generen datos útiles para decidir. Pero también exige integrar dos elementos que a menudo quedan fuera del debate hídrico: la sanidad vegetal y la biotecnología”. Carbonell recordaba que sin variedades resistentes y sin cultivos sanos “ninguna eficiencia hídrica es real: si se pierde producción por una plaga, el agua aplicada deja de convertirse en alimento”.

La conclusión quedaba clara: el futuro del riego pasa por un cambio cultural profundo que combine ciencia, tecnología, profesionalización y una visión agronómica sólida.