La asegurabilidad, la nueva frontera de la ingeniería agronómica y de biosistemas
La crisis climática está cambiando muchas cosas, y una de las más decisivas es también una de las menos visibles: la asegurabilidad. Poder contratar un seguro agrícola ya no es un simple trámite administrativo, ni siquiera una cuestión puramente económica. Es, como señala el último informe de nuestro partner Howden, una auténtica palanca estratégica que condiciona la capacidad de invertir, de mantener la actividad productiva y de dar confianza a los mercados
Mantener la asegurabilidad va a exigir aplicar ingeniería
Desde el Colegio Oficial de Ingenieros Agrónomos de Levante hemos analizado con detalle este documento, titulado Marco de Asegurabilidad Climática, y la conclusión es clara: mantener la asegurabilidad va a exigir aplicar ingeniería, y mucha. Ya no bastará con reclamar coberturas o negociar pólizas. Las aseguradoras quieren evidencias, datos contrastados, sistemas de gestión de riesgos, pruebas de adaptación real al cambio climático. En otras palabras, van a pedir lo que solo la ingeniería agronómica y de biosistemas puede aportar.
Modelizar riesgos climáticos en una explotación, diseñar infraestructuras resilientes frente a fenómenos extremos, optimizar el uso del agua y del suelo o monitorizar en tiempo real el comportamiento de un cultivo son tareas que requieren ciencia, tecnología y visión integrada. Todo eso es ingeniería pura y dura, y es lo que permitirá que las explotaciones sigan siendo asegurables en el futuro.
Un campo inmenso para los ingenieros agrónomos
Este cambio de perspectiva abre un campo inmenso para los ingenieros agrónomos. Hasta ahora, hablar de seguros podía sonar a un asunto de corredores y despachos. Sin embargo, lo que muestra Howden es que la asegurabilidad se juega también en el terreno, en la forma en que gestionamos nuestros biosistemas. Si una explotación es capaz de demostrar resiliencia, no será por una cláusula contractual, sino porque hay detrás un sistema diseñado y gestionado con rigor técnico. Y ese rigor técnico tiene un nombre: ingeniería agronómica y de biosistemas.
Porque, al final, somos los únicos ingenieros especializados en biosistemas. Somos quienes conocemos en profundidad las interacciones entre suelo, agua, atmósfera, cultivos, infraestructuras y personas. Y precisamente porque entendemos esa complejidad, podemos integrar soluciones que den confianza a agricultores, aseguradoras, administraciones e inversores. La asegurabilidad no se logrará con discursos, sino con proyectos bien hechos, con datos sólidos y con evidencias verificables. Y ahí los ingenieros de biosistemas somos insustituibles.
Un gran reto, una oportunidad mayúscula
El reto es grande, pero la oportunidad lo es aún más. Si la asegurabilidad se ha convertido en una prioridad estratégica para la agricultura, nuestra profesión tiene que asumir que es también una de sus grandes misiones de futuro. Y lo cierto es que estamos preparados: somos los ingenieros que hacen ingeniería de biosistemas, los únicos capaces de traducir la ciencia climática en resiliencia práctica, y de garantizar que la agricultura siga siendo asegurable, sostenible y competitiva.
SI quieres leer el informe íntegro de Howden, pincha aquí.