La chispa que enciende el vino del futuro: un español firma en una revista de referencia mundial del derecho de la propiedad industrial y la competencia
Juan Antonio Vives Vallés, colegiado del COIAL, acaba de publicar, en la prestigiosa revista IIC del Instituto Max Planck, junto a Dev Gangjee, reputadísimo profesor de Derecho de la Propiedad Industrial e Intelectual de la Universidad de Oxford, un artículo que conecta mejora vegetal, genómica, derecho y tradición vitivinícola europea. Nuestro colegiado es doble doctor en biología de las plantas y en derecho, además de ingeniero agrónomo y licenciado en derecho.
Lograr que una revista como IIC – International Review of Intellectual Property and Competition Law, del Instituto Max Planck, publique un artículo científico es, en sí mismo, un hito reservado a la élite mundial. Si el artículo versa sobre biotecnología, derecho agrario y patrimonio vinícola europeo, y si lo firma un colegiado español del Colegio Oficial de Ingenieros Agrónomos de Levante (COIAL), la noticia deja de ser académica para convertirse en orgullo profesional. Lo ha conseguido Juan Antonio Vives, doctor en biología de las plantas y en derecho, además de ingeniero agrónomo y licenciado en derecho. Junto al reputado catedrático D. S. Gangjee (Universidad de Oxford), han publicado «Lightning in a Bottle? Wine GIs and Disruptive Innovation», un análisis pionero sobre la encrucijada entre tradición y disrupción tecnológica en el sector vitivinícola europeo.
“Fue una oportunidad única”, confiesa Vives en entrevista telefónica desde la Oficina Comunitaria de Variedades Vegetales u OCVV (UE), en Francia. “Estamos hablando de un referente mundial como el profesor Gangjee, de la Universidad de Oxford, y de una revista que marca tendencia en el derecho de la propiedad industrial y la competencia a nivel internacional, con el respaldo de instituciones del máximo nivel como el Instituto Max Planck y el grupo Springer Nature.” Y explica, “el apoyo de una agencia descentralizada de la UE como la OCVV, referencia internacional en su ámbito, aporta también valor y sentido al trabajo, y está contribuyendo significativamente al impacto y a la difusión del mismo.”
Un camino entre Múnich y Oxford
El germen de esta colaboración se remonta a una estancia de investigación que Vives desarrolló en el Instituto Max Planck de Innovación y Competencia de Múnich mientras completaba su doctorado en biología de las plantas. Allí conoció la obra de Gangjee, una autoridad internacional en el ámbito del derecho de la propiedad industrial e intelectual y las indicaciones geográficas. Años después, y gracias a una beca de la OCDE, Vives propuso una colaboración formal. El vínculo cristalizó en un convenio entre la Universidad de Oxford, la OCVV, y el Instituto de Investigaciones Agroambientales y de Economía del Agua (INAGEA-UIB), en el que trabaja Vives. La publicación se enmarca en este convenio.
“No se trataba solo de admiración académica”, recuerda Vives. “Su reputación y, sobre todo, su altura intelectual y brillantez deslumbrante, sin duda pesaron, pero la complementariedad entre nuestros campos y la afinidad de los enfoques, eran asombrosas y fueron también determinantes. El profesor Gangjee es el referente absoluto a nivel internacional en el ámbito del derecho de las indicaciones geográficas, y yo había dedicado esfuerzos muy considerables al estudio de la regulación de las nuevas técnicas de mejora genética y de los derechos de obtención vegetal. Faltaba solamente el cruce, que estaba en el sector del vino. Las piezas encajaron con naturalidad”.
La revolución silenciosa del vino europeo
El artículo aborda un tema tan técnico como trascendental: cómo las nuevas técnicas genómicas (NTG) —especialmente las que utilizan las conocidas enzimas CRISPR/Cas— pueden transformar la viticultura europea. Estas técnicas permiten introducir mejoras genéticas sin alterar el perfil sensorial ni la identidad genética de las variedades tradicionales.
“Básicamente, permiten convertir una variedad de vid susceptible a enfermedades en variedad resistente sin recurrir a los híbridos y cruzamientos, que siempre distorsionan, impactando en la identidad y la tipicidad de la vid y el vino. Ahora, con estas técnicas, es posible modificar el genoma de forma muy precisa, lo justo y necesario, conservando lo demás”, explica Vives. “Su potencial es enorme.”
Supone un avance muy sustancial que, sin embargo, se topa con serios obstáculos jurídicos y culturales. Por un lado, el marco legal europeo todavía considera que estas nuevas técnicas resultan en organismos modificados genéticamente (OMG), sometidos a regulaciones estrictísimas. Por otro, el sector europeo del vino —con las denominaciones de origen como paradigma— es sinónimo de tradición y por lo tanto reacio a las revoluciones. Los pioneros que ya trabajan con estas tecnologías a nivel experimental no dudan de sus ventajas, pero está por ver cómo serán recibidas por el sector en su conjunto.
¿Innovar para conservar?
El título del artículo no es casual: “Lightning in a Bottle?” —un rayo en una botella— evoca esa chispa disruptiva con potencial para alterar las reglas de juego en el sector vitivinícola europeo. Pero también plantea retos e interrogantes, empezando por la tensión entre la innovación disruptiva que traen las NTG y la tradición inherente a la viticultura europea. ¿Podría esa chispa además ayudar a conservar? Para Vives y Gangjee, la respuesta es sí, aunque con matices.
“Para el sector vitivinícola, las NTG representan la posibilidad de utilizar la innovación más puntera para conservar las variedades tradicionales amenazadas por retos como el cambio climático, las enfermedades cada vez más frecuentes, preservando al mismo tiempo nuestras variedades más preciadas.” Pero, recuerdan, “el respeto de la tradición impone limitaciones importantes, especialmente cuando hablamos de innovación disruptiva y asociada a ámbitos socialmente tan sensibles como los OMG.”
Las NTG no tienen todavía el camino despejado. El artículo destaca cómo a nivel de la UE todavía no se ha sabido responder al reto. El marco legal, vigente desde 1991, no contempla adecuadamente las NTG, y aunque hay reformas en marcha, la falta de claridad genera inseguridad jurídica. Además, la percepción pública —que sigue asociando las manipulaciones genéticas con riesgos— podría bloquear la aceptación social de estos avances.
“La ley es timorata, y el consumidor, aún más. Si el consumidor percibe las nuevas variedades editadas como OMG, no funcionará”, resume Vives.
Un brindis con deberes pendientes
Entre los retos que identifican Vives y Gangjee están también los efectos sobre la diversidad genética. “Para el sector vitivinícola europeo la promoción de la diversidad no es el principal objetivo de los programas de mejora, sino lograr preservar y a lo sumo actualizar lo que ya tenemos. A veces se nos dice que estas técnicas promueven la diversidad, pero ello en este contexto es directamente falso, porque se pretende lo contrario”, afirma Vives con rotundidad, en línea con su artículo. “Y reconocerlo no debería suponer un problema. Aunque la diversidad es importantísima y debe protegerse y promoverse, no todo debe ni puede girar en torno a ella. Es más, la apuesta por la diversidad tendrá éxito cuando vaya de la mano de prioridades para el sector como la rentabilidad. La renuncia al pragmatismo suele desembocar en ilusiones cautivadoras, que con frecuencia acaban resultando estériles, y saliéndonos caras”, comenta Vives.
Pese a estas advertencias, el tono general del artículo es positivo y constructivo: “la conciliación de tradición e innovación no sólo es posible, sino esencial para el futuro a largo plazo del sector vitivinícola europeo. Al identificar estos retos, pretendemos iniciar una conversación que permita llegar a soluciones satisfactorias”, concluyen Vives y Gangjee en su artículo.