Los ingenieros ante las catástrofes: entender para proteger
En un territorio como el nuestro, donde las inundaciones, las olas de calor o los incendios forestales se repiten con frecuencia, la gestión de los riesgos naturales no puede dejarse al azar. Las administraciones deben liderar, sí, pero la prevención solo funciona cuando toda la sociedad se implica. Y ahí los ingenieros tenemos un papel que no podemos eludir.
La nueva Guía informativa sobre catástrofes naturales publicada por la Generalitat Valenciana resume con claridad los pasos que debe seguir cualquier ciudadano para prepararse, actuar y recuperarse tras un episodio extremo. Pero más allá de sus recomendaciones prácticas, el documento plantea una pregunta de fondo: ¿cómo conseguimos que la prevención deje de ser una reacción puntual y se convierta en cultura compartida?
Para quienes trabajamos en ingeniería, la respuesta pasa por algo tan básico como poner conocimiento técnico al servicio de los demás. Tenemos formación, acceso a la información y, sobre todo, la capacidad de traducir datos y protocolos en decisiones que salvan vidas. Ese conjunto de competencias implica también una responsabilidad ética y social. Porque si entendemos los riesgos mejor que la mayoría, también nos corresponde ayudar a que la mayoría los entienda.
De la teoría a la acción
La guía insiste en tres ejes: prevención, respuesta y recuperación. Ninguno de ellos puede afrontarse sin planificación. La prevención comienza con la información: conocer los riesgos de nuestro entorno, seguir las fuentes oficiales y preparar hogares y espacios de trabajo ante posibles emergencias.
El ingeniero tiene aquí un doble papel: como ciudadano responsable y como referente técnico. Somos quienes podemos leer un mapa de riesgos, interpretar un plan de evacuación o detectar fallos estructurales en un edificio antes de que los descubra la catástrofe.
Cada proyecto de infraestructura, cada desarrollo urbano o agrícola, debería incluir una evaluación realista de vulnerabilidades. No es una exigencia burocrática: es una cuestión de ética profesional. Como recuerda la guía, “la mejor reacción empieza con una buena preparación”. Y esa preparación depende, en buena medida, de cómo planifiquemos los espacios donde vivimos y trabajamos.
Entender para proteger
El conocimiento técnico no debe encerrarse en los despachos ni en los proyectos. En tiempos de incertidumbre, la sociedad necesita voces que traduzcan la complejidad en sentido común.
Esa es la esencia de nuestra responsabilidad: entender para proteger. Entender los riesgos, entender el territorio y entender que la confianza ciudadana también se construye con información veraz y actitud preventiva.
No basta con diseñar estructuras resistentes; hay que contribuir a una cultura de prevención colectiva. Si la ingeniería es, como creemos, el arte de hacer posible lo necesario, entonces hoy lo necesario es construir una sociedad preparada.