“Bienvenidos los retos, que para eso está la ingeniería agronómica”

José María García Álvarez-Coque es doctor ingeniero agrónomo por la Universitat Politècnica de Valencia, especializado en Economía Agroalimentaria. Durante más de tres décadas ha desarrollado trabajos de campo y estudios de proyectos relacionados con la implementación de políticas agrícolas y alimentarias en cuatro continentes, con enfoque en la agricultura familiar y los múltiples valores de los sistemas rurales. Como miembro de la UPV ha coordinado por más de una década la Cátedra Tierra Ciudadana, un proyecto dirigido a la promoción de sistemas alimentarios sostenibles. Gracias a este esfuerzo y a la colaboración de los agentes locales y nacionales, l’Horta de València pudo presentar su propuesta y ser reconocida como sitio SIPAM.

¿Cómo cree que percibe la sociedad a los ingenieros agrónomos?

De entrada, hay un gran desconocimiento de nuestra función, pues los ingenieros agrónomos tratamos con la vida de plantas y animales, pero con toda la compleja tecnología que hay en su producción y transformación, algo que a veces es invisible para la sociedad. No se percibe que para que los alimentos lleguen al lineal del mercado se requiere mucha tecnología e ingenio.

¿Cuáles cree que son las claves del éxito en nuestra profesión?

Lo más importante es empatizar con la gente que tiene como profesión la agricultura, pero a la vez saber comunicar temas complejos con un lenguaje sencillo. Lo interesante de la profesión es que es completa, permite unir conocimientos de ciencias y matemáticas con las preocupaciones de la sociedad. Por tanto, cualidades de dinamización social y gestión de proyectos son claves.

La tecnología es clave para romper el conflicto entre rentabilidad y sostenibilidad ambiental. Gracias a la ingeniería ambos conceptos son compatibles.

¿Cómo se ha conseguido ganar la confianza de los ciudadanos?

Lo vivido en estos último años ha visibilizado en gran medida al sector. Con el COVID y las disrupciones logísticas que se están viviendo, incluidos los conflictos y los choques energéticos, la población desea alimentos seguros y saludables. Quiere conocer cada vez más cómo se producen y además si son sostenibles.

¿Qué hemos aportado a la sociedad a lo largo de las últimas décadas?

Miles de millones de personas lo saben, aunque no lo reconozcan, al ingerir alimentos todos los días. La agricultura es una actividad que consume un porcentaje de recursos hídricos y también produce emisiones de gases de efectos de invernadero. Somos parte del problema, pero por eso mismo, parte de la solución. Así que bienvenidos los retos, que para eso está la ingeniería agronómica.

Lo más importante es empatizar con la gente que tiene como profesión la agricultura, pero a la vez saber comunicar temas complejos con un lenguaje sencillo.

Es usted uno de los ocho expertos seleccionados por la FAO para prestar asesoramiento sobre Sistemas Importantes de Patrimonio Agrícola Mundial (SIPAM). ¿Qué es un SIPAM?

El SIPAM es un sistema agrario singular, irrepetible y por eso de importancia mundial. Es un sistema ingenioso construido por una comunidad agraria a lo largo de los siglos. Produce alimentos, agrodiversidad, paisaje, cultura y valores sociales. No son conceptos estáticos sino que se inspiran en la llamada conservación dinámica del patrimonio agrario.

La Huerta de Valencia es SIPAM desde 2019. ¿Qué connotaciones tiene este reconocimiento?

Se aporta un marco de visibilidad mundial a nuestro regadío histórico y al Parque Natural de la Albufera. Lo que significa que no somos solo los ciudadanos valencianos los que estarán observándolo, sino también organismos internacionales. Por tanto, el programa SIPAM es muy importante para la protección de nuestro patrimonio.

¿Cuál va ser el papel de este panel de expertos de la FAO?

Es un grupo multidisciplinar con mucho trabajo de revisión de las candidaturas presentadas ante la FAO. Hasta ahora hay 62 sistemas reconocidos en 20 países. Cuatro de ellos en España. Se trata de identificar qué elementos singulares hay en los sitios propuestos y emitir las evaluaciones tras visitar esos lugares.

No se percibe que para que los alimentos lleguen al lineal del mercado se requiere mucha tecnología e ingenio.

Los ingenieros agrónomos somos los encargados de proveer a la Humanidad de alimentos de calidad, de forma sostenida y en cantidad suficiente. ¿Cuáles van a ser las claves para conseguirlo con una población mundial en clara expansión?

La tecnología es clave para romper el conflicto entre rentabilidad y sostenibilidad ambiental. Es decir, de hecho, gracias a la ingeniería ambos conceptos son compatibles.

¿Cómo será la alimentación del futuro en el ámbito de la Unión Europea?

Comeremos cada vez más sano. Seremos fieles a la nutrición mediterránea y variada. Pero también nos preocuparemos sobre cómo se han obtenido los alimentos, si se han aplicado tecnologías respetuosas, circulares y con bajo nivel de emisiones. No es fácil avanzar porque a la vez tenemos que generar oportunidades económicas al campo, pero la visión a largo plazo está clara. Por ello, el problema no es aplicar o no la estrategia de la Granja a la Mesa, sino cómo aplicarla.

¿Cómo definiría la evolución que ha experimentado nuestra profesión en las últimas décadas?

Cuando estudiaba, era una profesión algo elitista, controlada por hombres en su inmensa mayoría. La profesión ahora es más necesaria que nunca, pero se ha ido abriendo y lidera ya no una visión desde la producción, sino orientada a las necesidades de los consumidores y de toda la cadena alimentaria.

¿Qué amenazas acechan a la profesión?

La principal amenaza sería enrocarnos en una visión muy sectorial o defensiva. La profesión tiene que liderar las transformaciones en los sistema alimentarios.

Lo interesante de la profesión es que es completa, permite unir conocimientos de ciencias y matemáticas con las preocupaciones de la sociedad.

¿A qué retos nos enfrentamos?

El gran reto es alimentar a nueve mil millones de personas, manteniendo además un medio rural vivo y una comunidad agraria rejuvenecida. Ello debe conseguirse produciendo más con menos recursos, con tecnologías menos intensivas en energía. Los alimentos deben ser seguros no solo para una parte de la población sino para todos los sectores sociales.

¿Cuáles son los sectores de futuro para los ingenieros agrónomos?

Es muy difícil establecer una sola ruta. La economía circular es un aspecto fundamental. La aplicación de tecnologías sociales. La economía agroalimentaria y las ciencias sociales son fundamentales. Si hay algo clave en la ingeniería agronómica es su preparación para adaptarse a los cambios.