Partners04/12/2020

Cultivos no alimentarios en tierras marginales: una oportunidad para la bioeconomía

Las tierras marginales o de baja productividad son un buen escenario para implantar cultivos no alimentarios, que son aquellos que no forman parte de la cadena alimentaria y que son utilizados para producir diversos bio-productos. Es el caso de energía y combustibles, como la biomasa, que ofrece un gran potencial en España, optimizando la captación de carbono de la actividad agrícola y contribuyendo a la restauración del suelo. Los cultivos no alimentarios también sirven para generar materiales de construcción, polímeros, lubricantes y productos farmacéuticos. Con su implantación se aumenta la rentabilidad de estos suelos en función de las necesidades del mercado y a través de la innovación.

Sin embargo, estos cultivos no tienen una gran implantación en la agricultura europea. Por esta razón han surgido proyectos como la Red PANACEA, financiado por la UE a través del programa Horizonte 2020. Tiene como objetivo difundir ejemplos de cultivos no alimentarios cercanos a la realidad de mercado. También busca promover la colaboración entre la comunidad agrícola, la industria y la investigación. Todo, orientado a aumentar la participación de los cultivos no alimentarios a la Estrategia de Bioeconomía Europea. Algunos ejemplos de los proyectos promovidos por esta red son:

– Life SeedCapital: es un proyecto cofinanciado por LIFE+, que se dedica al aprovechamiento de oleaginosas para producir biocombustibles y alimento para ganado. Con su actividad pretende colaborar en la disminución de las emisiones de gases invernadero derivados de la actividad agraria.

– AGROinLOG: proyecto financiado por la Comisión Europea y liderado por la fundación aragonesa CIRCE, está siendo implementado en España, Grecia y Suecia. Tiene como meta transformar los residuos agrícolas en bioproductos de alto valor añadido, como son los biocombustibles (bioetanol, pellets), diversos productos químicos o los termoplásticos bio.

– Recysite: este proyecto, cerrado a finales de 2019, ha demostrado que es posible aprovechar residuos de la producción agrícola para generar paneles compuestos de un material fruto de la combinación de fibras naturales procedentes de los residuos de la producción agrícola junto a resinas bio-basadas y huminas.

Por otro lado, el Proyecto MAGIC, también financiando por la UE a través de Horizonte 2020, busca fomentar el desarrollo sostenible de cultivos industriales en tierras marginales con propuestas rentables y eficientes en el uso de recursos. En esta tarea en la que se han unido 26 socios de doce países, se creará una base de datos con las características agronómicas de estos cultivos, la evolución de su rendimiento y los niveles de calidad en la aplicación final. A la vez, se mapearán las tierras europeas susceptibles de acoger cultivos industriales. También se creará un sistema de apoyo a la toma de decisiones, con la participación de agricultores y usuarios, para elegir los cultivos industriales más potentes para Europa.

Otro ejemplo del uso del aprovechamiento de tierras marginales es la producción de lavandín en tierras marginales que lleva a cabo la cooperativa Alcamancha. Consiguen diversificar así su actividad, con un cultivo que se adapta al terreno y que mejora los márgenes económicos, lo que le ha valido el reconocimiento de la Comisión Europea por su papel en el desarrollo de la bioeconomía.

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