Inma Gascón: “El paisaje es cultura y su pérdida acarrea una pérdida de identidad”

Inmaculada Gascón es una ingeniera agrónoma valenciana especialista en paisajismo que estudió el grado en la Universitat Politècnica de València, el máster en la Universitat de Lleida y que ha impartido clases en la Universitat de les Illes Balears. Vive en Palma de Mallorca, en cuyo ayuntamiento ha desarrollado la mayor parte de su carrera profesional. En concreto, como jefa del Servicio de Parques y Jardines. También ha tenido tiempo para ser consultora privada durante cuatro años y trabajar para una multinacional de servicios. Y dedica parte de su tiempo al blog Naturaleza en Sociedad, donde publica reseñas de ensayos y novelas sobre el medio rural y analiza temas relacionados con su actividad profesional. Ha adoptado el término Liternatura, alrededor del cual organiza talleres que fomentan la pasión por la literatura enfocada al medio natural. 

Eres especialista en paisajismo y jardines. ¿Qué importancia tiene la relación del hombre con las plantas en un entorno urbano?

Hace 30 años, en mis comienzos, el verde público se concebía solo desde la perspectiva del ornamento: elementos prescindibles que aportaban valor de paisaje, zonas para estar y lugares intermedios. El árbol en alcorque, la rotonda, las medianas y esquinas, y algunas dotaciones de zonas verdes, según lo establecido en los planes de ordenación urbana. Algunas veces se veían ceñidos a zonas residenciales. Hoy en día hay estudios diversos y sólidos acerca de los beneficios que reportan sobre la salud de las personas o la esperanza de vida. La Infraestructura Verde se concibe más como una trama urbana de proximidad y representa toda una necesidad. De ahí nace la Norma 3-30-300: todos los habitantes de un entorno urbano deberíamos tener la posibilidad de ver al menos tres árboles desde casa, vivir en una zona con al menos un 30% de cobertura arbórea y tener una zona verde a 300 metros máximo de tu casa.

Necesitamos hacer mucha pedagogía y formación continua, explicar y motivar nuestras actuaciones y ser coherentes en el modelo de intervenciones que realizamos

Esta aspiración cobró mucho sentido con la pandemia del Covid-19.

Efectivamente: el COVID nos lo mostró muy bien en la primera fase de confinamiento absoluto, cuando solo veíamos el verde que teníamos desde nuestras ventanas y en las semanas siguientes también nos abrieron solamente en torno al kilómetro. Vimos exactamente qué espacios de proximidad teníamos y la calidad de estos. Es muy importante la presencia de los árboles como elementos relevantes, mitigadores de la isla de calor urbano y por sus efectos reguladores a través de la transpiración. El maravilloso sistema que tienen los convierte en aires acondicionados gratuitos y son facilitadores de justicia social. Como decía Alonso de Herrera, ‘trabajar para nos y para los que después de nos vendrán’.

Eres vicepresidenta de la Asociación Española de Arboricultura. ¿Cuáles son los objetivos de esa asociación?

Fundamentalmente, el conocimiento de la cultura del árbol y más bien del árbol urbano, por eso dedicamos muchísimos esfuerzos a la mejora del conocimiento a través de la ciencia y de la tecnología aplicada. También nos ocupamos de la divulgación a la ciudadanía para que comprenda que la arboricultura urbana es una ciencia joven y en continua evolución, que va mucho más allá de la transposición del árbol productivo del árbol del mundo rural a un árbol funcional en su plenitud, que ofrezca los mayores beneficios y que sea compatible con el resto de infraestructuras urbanas, limitando los perjuicios que provoca en la ciudadanía. Trabajamos, sobre todo, intentando cohesionar o coordinar la labor a través de la asociación con medios de comunicación, sociedad y profesionales del árbol en toda su estructura de categorías profesionales.

¿Qué destacarías de lo que aprendiste en la universidad?

Recibí una sólida formación académica en la Universitat Politècnica de Valencia, en la Escuela de Ingenieros Técnicos Agrícolas, que completé en la Universidad de Lleida. Y me forjaron mucho determinadas personas que recuerdo con muchísimo cariño, docentes, especialmente en la gestión integrada de plagas, como Rafa Laborda. En los temas de agricultura ecológica crecí con algunas sesiones de cursos extra académicos impulsados por Jaume Vadell en la Universitat de las Illes Balears y luego me aportó muchísimo la parte del laboratorio de suelos de la Universitat de Lleida. Todos ellos abogaban por un concepto de gestión integrada de plagas, agricultura ecológica y agricultura regenerativa.

Creo que debería cuidarse más este sector de autónomos a todos los niveles profesionales, no solamente el de la consultoría, también otros perfiles de profesionales que se dedican al mundo de la agricultura y de la jardinería

Antes de orientarte hacia el paisajismo intentaste trabajar como agricultora en Baleares. ¿Qué lo impidió?

Pensé que se podía. Nací en Valencia y mis padres se trasladaron a Baleares, y yo con ellos. De esto hace 30 años. Quise trabajar en el sector agrícola, pero con un perfil de mujer joven y peninsular no conseguí encontrar el acceso profesional al mundo agrícola de aquel entonces. Sí que resultó posible prosperar en el mundo de la jardinería urbana y arranqué en una empresa multinacional de servicios, desarrollando proyectos de ejecución de obra pública y privada y contratos gestionando contratos de conservación. A veces simplemente las cosas no salen y tu destino está abocado a otra línea.

Has trabajado durante más de 15 años como jefa del Servicio de Parques y Jardines de Palma de Mallorca. ¿Cómo definirías esa experiencia?

He vivido un cambio sustancial de la función pública en todos estos años. Cuando empecé, teníamos autonomía, criterio y capacidad de decisión. Y con los años se han rigidizado los procedimientos y la tramitación administrativa; todo se ha burocratizado muchísimo y nos ha dejado muy poco margen para las cuestiones más relacionadas con la gestión y con la agronomía. Eso nos “engristece” y nos hace más pesada la labor. Además, la sociedad de hoy es más demandante, y una parte de esa sociedad es menos tolerante con lo natural en la ciudad, y eso aporta una gran complejidad porque hay dos sectores enfrentados. Eso hace que esa ilusión inicial de un gestor muy técnico y muy profesional que puede abordar determinadas cuestiones con el paso de los años se vaya apagando. También hay una voluntad política de contentar todas las demandas, algunas muy complicadas. Además, de un tiempo a esta parte se ha producido una pérdida de respeto o confianza en la función pública.

Creo que los jóvenes de hoy son en general más conscientes que nosotros de que el trabajo no lo es todo y que quieren dedicarle un tiempo limitado

El paisajismo es un nicho de trabajo para los ingenieros agrónomos en Baleares. ¿Qué tiene de singular el paisaje balear?

Me parece extraordinario y creo que debemos protegerlo al máximo. El mallorquín, el balear, el valenciano. En nuestro caso, yo creo que, sobre todo, del turismo. El paisaje es cultura y su pérdida acarrea una pérdida de identidad. Yo creo que debemos trabajar desde el respeto a la esencia y cuidar los recursos, limitando el sobreconsumo de las fuentes de agua. Me preocupa especialmente el abandono del sector agrícola, que conforma una parte significativa de nuestro paisaje. Y de ello vivimos en el sector turismo, precisamente de ese fondo tan maravilloso. Deberíamos de darle más valor al sector agrícola porque lo tiene.

Tras treinta años de trabajo en la administración, en la universidad y en la empresa privada, ¿cómo ha cambiado tu perspectiva con respecto al paisajista urbano?

Necesitamos hacer mucha pedagogía y formación continua, explicar y motivar nuestras actuaciones y ser coherentes en el modelo de intervenciones que realizamos. Tenemos que escuchar a nuestro cliente, el que sea, público o privado, hotel o ayuntamiento, y hacerle comprender las limitaciones. Creo que debemos ofrecer soluciones basadas en la naturaleza que consuman un mínimo de recursos y que fomenten la integración en el paisaje. Muchas veces, desde el paisajismo generamos una cierta vulnerabilidad con el empleo de exotismos, provocando un impacto muy relevante sobre la pérdida de biodiversidad. La importación, por ejemplo, de olivos ejemplares con la introducción de serpientes que está afectando, por ejemplo, a los ecosistemas de las Baleares y al impacto sobre las lagartijas endémicas en algunas de nuestras islas. Como agrónomos, hemos sido formados en la protección de cultivos y debemos entender el jardín como un biosistema y admitir esa consistencia de la fauna y flora, y ese cambio creo que es muy necesario.

Hay nichos profesionales muy relacionados con todo nuestro colectivo, con toda nuestra profesión, que son necesarios para alcanzar los cambios que las ciudades necesitan

Trabajaste cuatro años como autónoma. ¿Qué recuerdos guardas de esa experiencia?

Es algo que tengo bastante reciente, la última declaración trimestral la cerré en enero y puedo decirte que la sensación que tengo después de haber pasado por el sector de empresa multinacional de servicios, haber estado en función pública y de trabajado en la universidad, he de decir que el consultor autónomo para mí es el colectivo más vulnerable, junto con la pequeña empresa, en una administración en tránsito digital pero no completamente asentada, con unas prerrogativas de anticipo del IVA antes de cobrar incluso de los propios clientes. Abordar la consultoría a título individual me parece, como decía mi padre, de valientes y/o de imprudentes. Creo que debería cuidarse más este sector de autónomos a todos los niveles profesionales, no solamente el de la consultoría, también otros perfiles de profesionales que se dedican al mundo de la agricultura y de la jardinería. Creo que en general existe una demanda al alza de profesionales independientes, especialmente en corporaciones pequeñas. Solo a nivel nacional hay del orden de 8.000 municipios, la mayoría pequeños, y no todos tienen profesionales al cargo para poder acometer los trabajos que hoy en día se precisan. Debería haber más profesionales independientes, pero es difícil y creo que hay que ponerlo en valor. Puedo decirte, a título de curiosidad, que todavía no he cobrado la última factura que hice en diciembre.

De tu época como docente en la universidad, ¿qué podrías decir respecto al cambio generacional? ¿Cómo son los jóvenes del siglo XXI?

Yo crecí y me formé en una, y había una actitud por parte del profesorado, y también en mi círculo familiar, de que estaba todo por hacer, estábamos ansiosos por mejorar lo que había. Como profesionales debemos de ayudar a la generación que viene a evitar esa sensación de pesadumbre y desánimo que parece que cunde y posibilitar desde el colegio a través de la ingeniería biosistemas, en un mensaje de fortaleza y de ánimo para abordar este momento complejo. Creo que los jóvenes de hoy son en general más conscientes que nosotros de que el trabajo no lo es todo y que quieren dedicarle un tiempo limitado. Creo que tienen más voluntad de equilibrar ese triángulo de descanso, de tiempo para ti o de ocio y la parte profesional. Pertenecen a una generación diferente y quizás algo menos comprometida con respecto a nosotros, que hemos sido educados en los valores de los hijos de la transición. Creo que ahí hay un cambio relevante.

La arboricultura urbana es una ciencia joven y en continua evolución, que va mucho más allá de la transposición del árbol productivo del árbol del mundo rural a un árbol funcional en su plenitud

¿Se hace lo suficiente desde las administraciones contra el cambio climático?

Yo creo que deberíamos de actuar conjuntamente desde todas las administraciones públicas: estatal, autonómica, provincial y local. Las administraciones locales estamos muy solas porque realmente no hay un órgano supra. Deberíamos de actuar de forma más cohesionada. Nosotros, en la agronomía y en el mundo natural, identificamos el sistema fractal de la naturaleza, y como éste, y creo que deberíamos de trabajar más trascendiendo y trabajando conjuntamente y en un sentido único. No lo estamos haciendo todo lo bien que deberíamos. Además, como la Administración es muy garantista, creo que además lo estamos haciendo de manera demasiado lenta para los tiempos que tenemos. Deberíamos acelerar. Aunque reconozco que no es nada fácil, contra el cambio climático, actuar de manera estructurada y sincronizada.

En este mundo cambiante las profesiones también cambian. ¿Cómo está cambiando la nuestra y qué recomendarías a los jóvenes a ese respecto?

Les diría que se formen bien y que no se conformen con la formación que te habilita el título universitario, que entiendan que es una profesión que ante el cambio de paradigma está especialmente en proceso de mejora continua y permanente. Que pongan muchísima ilusión y sobre todo, un espíritu positivo, y que aborden la profesión en la conciencia de que necesitarán hacer muchísima pedagogía y prepararse para explicar y motivar bien sus decisiones.

La IA ha irrumpido y ha llegado para quedarse. ¿Cómo piensas que va a influir en nuestro trabajo?

El mantra repetido es #SOMOSNATURALEZA, no deberíamos temerla, creo que hay una parte importante de lo que viene profesionalmente que no puede suplir, en esta Ingeniería de Biosistemas, y es una parte importante de nuestra labor como profesionales, que suma la tecnología, la filosofía, y la necesaria labor de toma de conciencia y pedagogía.

¿Cuál es el papel de nuestra profesión antes los retos del futuro?

Conozco un documento publicado creo en julio del 2023 por el MITECO: Empleo y Transición Ecológica. Yacimientos de Empleo, Transformación Laboral y Retos Formativos en los Sectores Relacionados con el Cambio Climático y la Biodiversidad en España. El resumen final de este texto, que es muy interesante, dice que hay nichos profesionales muy relacionados con todo nuestro colectivo, con toda nuestra profesión, que son necesarios para alcanzar los cambios que las ciudades necesitan. Hacen falta estos perfiles profesionales, pero reciclados: es decir, bien formados conforme a las nuevas necesidades. Para que esto sea posible necesitamos que la sociedad lo permita. Hay que tomar conciencia de ello a través de iniciativas de divulgación como la que hace el COIAL o a través de la divulgación y de la pedagogía, que tengamos la oportunidad de hacer quienes podemos llegar hasta el público general.

Tú lo haces. Eres la autora del blog Naturaleza urbana en sociedad. Y en él publicas reseñas de libros y analizas temas relacionados con tu actividad profesional. ¿Qué te empujó a ponerlo en marcha?

Desde la administración, después de un ejercicio de muchos años, apreciaba que se estaba deteriorando la comprensión por parte del administrado acerca de nuestras intervenciones. Y desde la administración no se llegaba a ese público general, porque a través de los gabinetes de comunicación municipales no se motivaban suficientemente las decisiones desde una voluntad de comprensión, de explicar exactamente qué motivaba una determinada intervención. Yo me he visto en situaciones en las que he tenido asociaciones a favor o en contra. Enfrentarse a la ciudadanía para explicar con argumentos las decisiones me parecía que una buena manera de llegar al público en general. Se comprendiera o no, me parecía que había que intentarlo.

Además, has impulsado la iniciativa Escuela de cultura y naturaleza. ¿En qué consiste?

Soy muy aficionada a la lectura. En tercero de BUP escogí literatura en detrimento de las matemáticas, lo que me hizo pasar un COU complicado. Los libros siempre me han acompañado en momentos de descanso. Esa mezcla de leer y de naturaleza me llevó a impulsar un primer taller de Liternatura en la librería La biblioteca de Babel, en Palma de Mallorca, al que siguieron varias ediciones, y luego uno también para la Fundación Sa Nostra, que se va a repetir en octubre. En esos talleres presenciales pudimos ver cómo gente de diferentes perfiles profesionales, desde un administrativo, un militar jubilado, un arquitecto, un pedagogo o un científico, entre otros, nos sentábamos a una mesa a hablar, y eso posibilitaba también comprender y trascender. Entonces, en una pasión como la literatura, abordar esto me pareció una iniciativa muy chula.

Pues ya que conoces muchos títulos de obras que abordan temas rurales y relacionados con nuestra profesión, ¿nos harías una lista de recomendaciones para que los colegiados puedan escoger lecturas a su medida para publicar la semana que viene?

¡Por supuesto! Contad con ella.