31/03/2022

Jesús Paniagua: el ingeniero agrónomo que ha escrito Basura, el libro más ameno e interesante que puedas leer sobre residuos urbanos

Por Bernardo Carrión

Cuando uno mira la portada de Basura, de Jesús Paniagua (Ed. Guadalmazán, 2022), de diseño elegante y sobrio, tiende a pensar que esa va a ser la parte más atractiva del libro. ¿Un ingeniero escribiendo sobre basura? Preparémonos para enfrentar textos técnicos y farragosos, con frases interminables, montañas de datos y gráficos ininteligibles para un profano. Al menos, la curiosidad que siempre he tenido sobre el destino final de la basura me insufla ánimos para comenzar a leer.

El miedo se disipa en muy pocas páginas y compruebo que me hallo ante un narrador de prosa clara y contundente, que es perfectamente consciente de la diferencia entre el conocimiento técnico de un ingeniero y el de un profano. Que incluso sabe cómo engancharte desde el prólogo. Y sobre todo, que contesta a todas las preguntas que un terrícola como yo puede hacerse sobre la basura y a otras muchas que nunca llegué a imaginar.

Pasado y presente de la basura

Abre el libro un primer capítulo delicioso, gracias al cual nos enteramos de que en Roma hay un monte, el Testaccio, que está hecho de ánforas apiladas que un día contuvieron aceite, lo que las convirtió en basura irreciclable. El recorrido por la historia de los desechos domésticos incluye un vistazo al deprimente panorama que ofrecían ciudades como el París del siglo XVI, que arrastraba la fama de ser una ciudad “tremendamente sucia”, con calles saturadas de heces, orines y restos de comida que las convertía en muladares. La sucedió en el pódium histórico de la insalubridad el Londres decimonónico, ahogado en el hollín de sus chimeneas, que vivió episodios como el del Gran Hedor del Támesis en el verano de 1858.

No son históricos todos los ejemplos con los que Paniagua ilustra Basura. Nos presenta a personajes como los zabalin, una etnia copta de El Cairo que históricamente se ha dedicado a recoger puerta a puerta la basura de gran parte de esa ciudad. Un distrito entero dedicado al reciclaje y aprovechamiento de los residuos, en cuyo modelo de negocio se incluye la venta de la carne de los cerdos alimentados con la basura orgánica. O a los catadores brasileños: solo en Río de Janeiro, 350.000 personas viven de lo que extraen de los vertederos.

El periplo geográfico también incluye visita a algunos de los vertederos más grandes del planeta, la mayoría descontrolados. Muchos permanecen en activo, pero otros han sido clausurados, y los millones de toneladas de basura que acumulan han sido cubiertos para recuperar áreas degradadas durante decenios.

Dos mil millones de toneladas al año

Para ofrecernos una visión general de la basura, Paniagua nos da algunos datos, como este, muy ilustrativo: el mundo produce 2.000 millones de toneladas de basura al año, la Unión Europea 200 y España 20. A la cabeza, Estados Unidos, a la que siguen de cerca China, la UE y la India. La composición de los residuos urbanos varía mucho según los países, dependiendo de su desarrollo, costumbres, renta per cápita, estación, clima o incluso si analizamos el cubo de la basura entre semana o fin de semana.

¿Sabían ustedes que en las casas no reciclamos basura, sino que solo la separamos? ¿Qué el contenedor amarillo no es de plástico y metal, sino de envases? ¿Que los residuos domésticos, esos 2.000 millones de toneladas, solo representan un 17  por ciento del total de los despojos que genera la Humanidad? ¿Que los colores de los contenedores según lo que hemos de depositar en ellos no son los mismos en cada país? Paniagua va lanzando píldoras sobre las diferentes vertientes de lo que él denomina “la trastienda de la civilización”.

Alguien por fin me ha explicado de manera sencilla pero exhaustiva qué sucede cuando se vacían cada uno de los contenedores de una ciudad. Desde el diseño de las rutas de recogida, el pesaje de cada uno de los contenedores de basura que alimentan las entrañas de los camiones, la transferencia en las afueras de la ciudad para que otros vehículos más grandes hagan la ruta hasta el vertedero o el centro de reciclaje, hasta su depósito en las tolvas, donde comienzan los diferentes procesos de tratamiento.

Reciclaje, un indicador de desarrollo

Paniagua nos describe las cadenas de reciclaje de cada uno de los materiales que son susceptibles de tener una segunda vida. Cómo son los procesos que permiten separar los materiales que llegan juntos, cómo se clasifican los diferentes tipos de plásticos, metales y papel, el índice de recuperación de cada uno de los materiales que van a una planta de reciclaje, cómo se puede extraer energía de la basura, y cómo actúan los países para gestionar el rechazo, la porción que se genera al final del proceso, que algunos envían a un vertedero y otros queman para extraer energía. Como norma general, cuanto más alto es el desarrollo de un país más se recicla y mejor se gestiona el rechazo.

En Basura se analizan los pros y los contras de cada uno de los sistemas que se ponen en práctica para tratar los residuos. Lo que se debería hacer para ser más eficientes. Los límites de la tecnología actual. Cómo se relacionan las administraciones y las empresas que recogen y tratan la basura. Lo mucho que queda por hacer en tantos países. La situación del tratamiento de residuos a escala planetaria, muy desigual. El trasiego, legal e ilegal, de residuos entre países e incluso entre continentes. Ejemplos de ciudades que lo hacen muy bien y de otras que lo hacen muy mal. Cómo deben ser los vertederos controlados y cuánto daño hacen los incontrolados debido a las altas emisiones de metano y de lixiviados. Hasta recopila casos de corrupción relacionados con la basura en diferentes partes del planeta.

Tratar la basura siempre es más caro que su valor

Esta obra permite extraer muchas conclusiones acerca de la basura. Si he de elegir, me quedo con una, la misma a la que Paniagua hace referencia en diferentes capítulos del libro: recoger y tratar la basura cuesta dinero. Más o menos según lo refinados que sean los procesos a los que se la someterá, pero podemos desterrar para siempre la idea de que la basura vale mucho dinero. Tiene un valor, efectivamente, pero nunca superior a lo que cuesta acometer los procesos para tratarla.

Lo mejor de Basura, además del estilo efectivo, de la cercanía que siente el lector y de la mirada global y exhaustiva a todas las vertientes del fenómeno, es la asepsia con que el autor hunde las manos en la inmundicia. Paniagua es un ingeniero agrónomo profesional de la basura, con grandes conocimientos y amplia experiencia en el diseño de vertederos y plantas de reciclaje en todo el mundo. Podría haberse visto tentado a pontificar, a decir qué es lo que está bien y lo que está mal. Pero no. Paniagua explica sin alarmismos ni paños calientes lo que hay. Y deja al lector todo el espacio para las conclusiones.