Partners23/11/2022

La degradación de los suelos por el uso excesivo de fertilizantes convencionales tiene solución de mano de la biotecnología

  • Nuestro partner Probelte «los biofertilizantes son la punta de lanza de un cambio de paradigma agrario»

La degradación de los suelos es un proceso del que llevan alertando autoridades mundiales desde hace varias décadas: la deforestación, el crecimiento demográfico, la sobreexplotación y el mal uso de los productos agroquímicos son los principales factores. La presión social hacia temas de medioambiente, debido a algunos eventos recientes, ha aumentado, poniendo de manifiesto una problemática creciente pero que tiene solución.

La salud del suelo está intrínsecamente ligada a la salud de las plantas y, por tanto, a la de las personas. La seguridad alimentaria es importantísima en un mundo que alberga cada vez a más gente. Entre los principales factores que ponen en peligro los suelos están:

  • La deforestación
  • La contaminación
  • El cambio climático
  • Y las prácticas de manejo de suelo insostenibles

Entre estas últimas el uso excesivo de fertilizantes químicos convencionales se cuenta entre las que más problema genera. Esto se debe a que su uso provoca algunos de los problemas más persistentes y difíciles de acatar: la contaminación.

Los fertilizantes químicos basados en sales de nitrato, potasio o fosfato contienen estas sustancias en grandes cantidades. Al aportarlas al suelo el agua las disuelve y arrastra hasta ponerlas al alcance de las raíces. El problema es que una gran cantidad de estas reaccionan con otros componentes del suelo, o son arrastradas fuera del alcance de las raíces, de manera que no llegan a fertilizar la planta, razón por la que hay que usarlas en gran cantidad.

Esto implica usar aún más fertilizante, del cual, una gran proporción termina lixiviado en las aguas subterráneas, o contaminando el suelo haciéndolo inservible para el cultivo. Como decíamos, este proceso de manejo insostenible suele ser una consecuencia de la sobreexplotación, y va cada vez a más, a medida que el suelo rinde menos. De esta forma, alcanzamos una degradación del sustrato en pocos años. Pero dicha degradación del suelo tiene solución.

Los biofertilizantes y otras soluciones biológicas, como los bioestimulantes, son productos que se basan en microorganismos o componentes de estos, cultivados y extraídos en laboratorio para poder utilizarse en el campo. Estos productos relativamente nuevos, en realidad, aprovechan el conocimiento adquirido en las últimas décadas sobre los funcionamientos del suelo y de la nutrición vegetal.

Antes, por ejemplo, se desconocía el inmenso papel que hace la microbiota del suelo, asociándose con las raíces y proporcionándoles nutrientes como nitrógeno, fósforo y potasio que obtienen fijándolo de la atmósfera, el primero, o procesándolo de las sales del suelo. A su vez, las bacterias obtienen protección y alimento de la planta en una relación simbiótica conocida como mutualismo, en la que todas las especies obtienen beneficios. De esta manera, los biofertilizantes, como Bulhnova, aprovechan las cepas más productivas de microorganismos, estabilizadas en un producto que se aplica como un fertilizante normal.

Sin embargo, estos microorganismos solo nutren a la planta en la medida de sus necesidades, sin producir exceso de sales que puedan contaminar y degradar el suelo. Con el tiempo, incluso, pueden ayudar a restablecer un suelo contaminado por nitratos y otras sales. Por si fuera poco, puesto que su producción no depende de depósitos minerales, el impacto ambiental, y su precio, son más estables que los fertilizantes convencionales. Y estas son solo algunas de sus ventajas.

En definitiva, los biofertilizantes son la punta de lanza de un cambio de paradigma agrario en el cual se buscan tratamientos de precisión, más que soluciones masivas que, a la larga, son peores que el propio problema que se trataba de solucionar. Los biofertilizantes van tomando cada vez más protagonismo en un mundo que requiere cuidados crecientes. Porque la salud comienza en la tierra que nutre nuestros cultivos.