Partners01/04/2022

La biotecnología, un recurso necesario para una agricultura sostenible y una alimentación saludable

Tribuna, por Ana Polanco, Presidenta de AseBio y Augusto Rodríguez-Villa y Richard Borreani, miembros de la Junta Directiva de AseBio

Compartimos esta tribuna que cuenta con la participación de Augusto Rodríguez-Villa,  Presidente y fundador de AlgaEnergy, partner COIAL  

Nuestro país se encuentra inmerso en un debate sobre la utilización más eficiente de los fondos europeos Next Generation. Con su correcta aplicación, se trata de lograr transformaciones que perduren, como son la transición verde o la digital, necesidades que se han acentuado, en particular a partir de la severa pandemia padecida y que todavía persiste a nivel global. A su vez, el cumplimiento de los ODS, siguiendo los principios del Green Deal y la estrategia Farm to Fork, nos obligan a buscar fórmulas inteligentes que impulsen un sistema agrícola regenerativo y una alimentación saludable. La implementación de la biotecnología en el sector agroalimentario es ese motor que el país necesita para que las inversiones de los fondos de Recuperación y Resiliencia en el sector agroalimentario logren sus objetivos.

El objetivo de esas inversiones, a través de los mecanismos de financiación que se habiliten al efecto, uno de los cuales ha confirmado ser el PERTE Agroalimentario, debe ser el de promover el desarrollo integrado de toda la cadena agroalimentaria, a través de la incorporación del conocimiento y de la innovación, así como la inversión en infraestructuras modernas que aseguren mayor calidad y eficiencia, aspectos en los que la digitalización de los procesos deberá tener un papel relevante. El objetivo es facilitar el acceso a alimentos sanos, seguros y sostenibles, que cubran las necesidades de una población, cada vez mayor y más segmentada, que demanda alimentos con atributos saludables y medioambientalmente sostenibles. El sector biotecnológico español ya está trabajando, a través de una firme apuesta por la I+D+i, en lograr esos objetivos, poniendo el foco en la sostenibilidad y en la competitividad del sector agroalimentario. En la actualidad, por ejemplo, se están desarrollando cerca de 200 productos con aplicación en el área agroalimentaria, entre los que se encuentran nuevos ingredientes y aditivos, probióticos, semillas adaptadas a las necesidades de los agricultores y de los consumidores, sistemas para la mejora de la seguridad alimentaria, bioproductos, bioestimulantes, biopesticidas y bioprocesos.
 

Lograr que la agricultura aumente su competitividad a través de la I+D+i y de manera sostenible es un objetivo esencial para un suministro suficiente de alimentos destinados a una población creciente, pero es también vital para lograr frenar el impacto del cambio climático. Según estudios de la Comisión Europea, las consecuencias del cambio climático podrían traducirse en la reducción a la mitad de la producción agrícola en el sur de Europa para 2050. Actualmente la productividad del suelo disminuye un 0,43% al año. El estrés abiótico -el derivado de la sequía, las temperaturas extremas, las inundaciones, o el viento, entre otros factores-, está causando más pérdidas en las cosechas que todos los agentes patógenos combinados. 

Frente a esta situación de pérdida de productividad y competitividad, que se ve acentuada por las nuevas demandas regulatorias globales de reducción de químicos, la biotecnología permite producir más cantidad de productos alimenticios incluso utilizando menor número de insumos y, sobre todo, menos productos químicos. Las técnicas biotecnológicas permiten además generar cultivos mejorados en calidad, que incluso no precisan los actuales volúmenes de consumo de agua y de suelo fértil, que son dos recursos esenciales cada vez más escasos y, por tanto, que tenemos la obligación irrenunciable de preservar. Las soluciones agrobiológicas tienen asimismo asociadas interesantes beneficios regenerativos para las plantas, como son el aumento de la biomasa vegetal o una mejora en el vigor de los cultivos. Estas técnicas también proporcionan beneficios adicionales para los suelos, al añadirles más carbono, nutrientes y materia orgánica, aumentando la diversidad microbiana y mejorando la absorción de nutrientes por parte de los cultivos. En este sentido, en poco más de 20 años, gracias a los cultivos biotecnológicos, se han ahorrado 183 millones de hectáreas de tierra y se ha conseguido reducir el Cociente de Impacto Ambiental en un 19%. El caso del maíz Bt destaca especialmente puesto que su cultivo, según datos del Ministerio de Agricultura, en los últimos 20 años ha supuesto que 705.000 hectáreas han dejado de ser tratadas con insecticidas con un ahorro derivado de uso de agua de entre 141.000 y 705.000 metros cúbicos.

La biotecnología alimentaria también está aportando soluciones de interés para afrontar otro gran reto que tenemos como sociedad: la alimentación saludable. Iniciativas como el European Beating Cancer Plan o la perspectiva One Health ponen de manifiesto que la salud de los humanos, pero también la de los animales y del planeta están relacionadas, entre otros factores, con los hábitos alimenticios a lo largo de nuestra vida. Se hacen por tanto necesarias nuevas prácticas a la hora de alimentarnos, como pueden ser reducir el consumo de productos ultra procesados o de aditivos. La aplicación de la biotecnología industrial en la industria alimentaria permite avanzar en los procesos biológicos y sostenibles para la obtención de materias primas o de compuestos y extractos enriquecidos con antioxidantes o vitaminas y también en el desarrollo de nuevos bioproductos funcionales. Y por supuesto, contribuirá asimismo muy positivamente a esa ‘bio-revolución’ que esta industria se digitalice en el grado necesario para que de ese proceso se obtengan alimentos más seguros y menos costosos.

La aplicación de I+D+i produce alimentos seguros, sostenibles y que aportan valor nutritivo y, al mismo tiempo, mayor rentabilidad para los agricultores, que es un objetivo necesario, toda vez que en la cadena de valor son un elemento esencial, pero también el peor remunerado. La edición genética, los procesos celulares complejos, los procesos de fermentación, la utilización de la biomasa renovable y los bioprocesos, están ya impulsando una producción agroalimentaria más competitiva. Es imperativo seguir desarrollando todo el potencial de la I+D+i de áreas en las que somos líderes, como es la biotecnología microbiana o la de las microalgas, en la que España está a la vanguardia mundial, en un sector que a su vez nos posiciona como país como la cuarta economía exportadora en la UE. 

Se trata en definitiva de fomentar una industria intensiva en conocimiento aplicada a la agroalimentación, con el potencial de incrementar la cuota del 11% que en nuestro Producto Interior Bruto tiene actualmente la agroalimentación, y mejorar tanto las cifras de exportación, actualmente en 50 mil millones de euros, como de generación de empleo, sector que hoy da trabajo a más de 2,7 millones de personas, siendo manifiesto que el sector biotecnológico es responsable de gran parte de la actividad económica de nuestro país y de sus puestos de trabajo de calidad. En España, según datos del último informe AseBio, un 43% de las empresas biotecnológicas se dedica a la alimentación, un 16% a la acuicultura y salud animal y un 15% a la agricultura.

Asimismo, en el contexto de la Estrategia Industrial Europea y los objetivos de reindustrialización del Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia de la economía española, no podemos dejar a un lado la alta capacidad industrial del sector biotecnológico. Contamos con un tejido industrial dinámico de casi 800 empresas que trabajan en desarrollos biológicos ‘made in Spain’, que permiten conseguir una industria más verde y sostenible y una economía más circular, lo que es posible mediante la producción y puesta en el mercado de productos biotecnológicos, de aplicación en muy diversos sectores socios-económicos, como pueden ser la medicina, la agricultura y ganadería, la industria o el cuidado del medioambiente. El sector agroalimentario español contribuye a ese desarrollo industrial con plantas en el país dedicadas a la producción a gran escala de, por ejemplo, microalgas, cianobacterias o extractos de plantas, que ya generan productos bio para el campo que actualmente utilizan millones de agricultores en todo del mundo, y que mejoran la producción, en cantidad y calidad, y algo tan importante, reducen notablemente los gases de efecto invernadero (GEI) asociados al cambio climático. Creemos por tanto que fomentar el desarrollo de esta industria nacional -invirtiendo en I+D+i y en CAPEX- habrá de contribuir positivamente a la posición de nuestro país en el concierto internacional y, en definitiva, a mejorar sustancialmente la imagen de la España Global.

Es el momento, en consecuencia, de impulsar el sector biotecnológico español, como por fortuna tiene previsto hacerlo el PERTE Agroalimentario, y probablemente también otros mecanismos de financiación que se habiliten al efecto, puesto que hacerlo es esencial para asegurarnos que mantendremos la posición de liderazgo de la que disfrutamos, no sólo en producción científica -somos la octava potencia mundial en esta materia-, sino también en innovadoras soluciones que beneficien a la sociedad, mejoren la calidad de vida de las personas y contribuyan a sanar nuestro planeta. Estos fondos deben, en consecuencia, ampliar, diversificar y reforzar nuestro tejido industrial, impulsar nuestra economía y hacerla más productiva con el impulso a los sectores intensivos en I+D+i, como es el agroalimentario. El gobierno de España ha sido sensible a los beneficios que ofrece la biotecnología en materia agroalimentaria, así como al posicionamiento de vanguardia que nuestro país tiene acreditado en el concierto internacional, al haber incluido a la biotecnología en el PERTE Agroalimentario que acaba de ser aprobado en el Consejo de ministros. Ese instrumento financiero contribuirá notablemente a cubrir las necesidades de recursos que la ciencia y la industria biotecnológicas españolas tienen planteadas para mantener su posición de referente mundial, que le permita al sector agroalimentario integrar a la biotecnología en toda la cadena de valor, desde el sector primario hasta el envasado y la producción de alimentos más saludables, seguros y sostenibles y que adopte, además, una aproximación integral al sistema nacional agroalimentario, que abarque desde la salud humana y animal al medioambiente, todo lo cual es esencial para que logremos el reto país de conseguir una agricultura sostenible y una alimentación saludable, que al mismo tiempo mejore la cantidad y calidad de las producciones, regenere los suelos y reduzca los GEI asociados al cambio climático. Sólo así, habremos aprovechado el enorme talento existente en España y dado ejemplo al mundo desde nuestra posición de vanguardia en un sector socio-económico que es clave para esta y para las siguientes generaciones y determinante para conseguir el ODS 2, Hambre Cero.