“La mayor parte de las empresas de tamaño medio y grande del sector citrícola tienen a ingenieros agrónomos en sus puestos directivos”

Carlos Zornoza se encuentra al frente de SAEAS, una explotación citrícola de 120 hectáreas entre Montserrat y Picassent. Es el ejemplo clásico de ingeniero agrónomo que pisa el terreno y que ha de echar mano de la polivalencia de nuestra profesión para cumplir su cometido cada día. El trabajo de campo es solo una parte de las tareas que desarrolla cada día: manejo del cultivo, gestión de compras, diseño de plantaciones e instalaciones de riego, contratación, control de rendimientos, apoyo comercial, certificaciones, elaboración de informes de seguimiento técnico-económico y de los planes estratégicos y de crecimiento de la empresa. Aunque reconoce puntos fuertes en la citricultura valenciana, alerta sobre algunos factores que pueden ponerla en peligro.

¿Cómo cree que percibe la sociedad a los ingenieros agrónomos?

Puede que aún quede algo de desconocimiento acerca de nuestro trabajo por parte de la sociedad más urbana, pero diría que estos últimos años ha habido un cambio en esa percepción general, motivado, seguramente, por la continua aparición en prensa de la necesidad de ingenieros agrónomos en muchos ámbitos laborales.

¿Cuáles cree que son las claves del éxito en nuestra profesión?

Desde siempre he pensado que la mayor ventaja que tenemos es la versatilidad.

La mayor parte de las empresas de tamaño medio y grande del sector citrícola tienen a ingenieros agrónomos en sus puestos directivos

¿Cómo se ha conseguido ganar la confianza de los ciudadanos?

Demostrando nuestra capacidad para el desempeño eficaz de nuestra profesión, desde un punto de vista moderno y centrado en la búsqueda de soluciones aplicadas y no meramente teóricas.

¿Qué hemos aportado a la sociedad a lo largo de las últimas décadas?

Hemos sido capaces de liderar la modernización del campo y nos hemos adaptado a unas normativas cambiantes, cada vez más restrictivas, que han dado como resultado alimentos más seguros y saludables para el consumidor. Además, el trabajo, en la parte técnica, ha conseguido que nuestras explotaciones sean mucho más eficientes en cuanto al uso de agua y energía y más racionales respecto al de fertilizantes y fitosanitarios.

Nuestro foco debe ser el de posicionarnos como productores excelentes, que ofrecen a sus clientes fruta de la máxima calidad, certificada y segura

¿Qué papel juega un ingeniero agrónomo como tú en la explotación que diriges?

En una PYME como la nuestra, la figura del ingeniero agrónomo está presente en prácticamente cada decisión que se acaba tomando. El trabajo de campo es solo una parte de las tareas que se realizan a diario. Al final, además del manejo del cultivo (nutrición, riego, aplicaciones fitosanitarias, etc.), debe encargarse de gran parte de los trabajos de gestión (compras, diseño de plantaciones, diseño de instalaciones de riego, contratación, control de rendimientos, etc.), pero también sirve de apoyo como comercial y se encarga de todas las certificaciones, de la elaboración de informes de seguimiento técnico-económico y de la elaboración de los planes estratégicos y de crecimiento de la empresa.

¿Ha cambiado mucho el mercado de los cítricos en los últimos diez años?

Quizás menos de lo que debería. Estamos viviendo un momento en el que las grandes empresas del sector citrícola están creciendo, y en el que los grandes fondos de inversión han visto en nuestro sector una oportunidad de negocio, por lo que, en muchos casos, la figura de la empresa familiar está desapareciendo. Pero, por otra parte, en mi opinión, seguimos en un sector tremendamente atomizado. El crecimiento de otros países productores (tanto en el hemisferio sur como en el África mediterránea) está generando una mayor competencia que va a exigir a nuestras empresas un mayor esfuerzo en la gestión para garantizar una rentabilidad que asegure su supervivencia.

Con un panorama de explotaciones pequeñas, no rentables y dirigidas por personas mayores y poco formadas, va a ser imposible afrontar los retos que tenemos delante

¿Es complicado comercializar la producción citrícola para una empresa como la vuestra, que no es demasiado grande?

Pese a que podemos considerar que nuestra explotación, con 130 Ha de cítricos, es grande para la provincia de Valencia, en relación con las 240.000 Ha de toda la superficie nacional de mandarina y naranja, no podemos considerarnos más que una gota en un océano. Por este motivo, decidimos hace diez años formar SAT Picamon Fruits, que integra a más de treinta agricultores independientes como nosotros y que nos permite ganar un volumen de oferta que nos hace más interesantes para nuestros clientes. Además, estando integrados conseguimos una mayor de información y los recursos suficientes para poder plantear estrategias conjuntas. La apuesta por una gestión profesional e integrada creemos que es nuestro punto diferencial como productores.

¿Y por qué no se da el paso a la integración vertical?

Se ha estudiado a fondo y se han hecho algunas pruebas, pero consideramos que el mercado está saturado de oferta (más de 500 agentes solo en España, entre comercio privado y cooperativas) y que nuestro foco debe ser el de posicionarnos como productores excelentes, que ofrecen a sus clientes fruta de la máxima calidad, certificada y segura.

Las responsabilidades de los ingenieros agrónomos se han ido ampliando y han pasado de ser meramente técnicas a abarcar los ámbitos comerciales y estratégicos de las empresas.

¿Está la citricultura valenciana preparada para afrontar la crisis que ya tenemos encima?

Definitivamente no. Seguimos estancados en el minifundismo y con una población de agricultores muy envejecida. La falta de rentabilidad del cultivo dificulta el relevo generacional. Y así, con un panorama de explotaciones pequeñas, no rentables y dirigidas por personas mayores y poco formadas, va a ser imposible afrontar los retos que tenemos delante. Es complicado conseguir avances en los lugares de toma de decisiones (Bruselas, Madrid…) dando una imagen de sector dividido, en el que cada uno busca solo los objetivos propios y no los generales.

¿Con qué herramientas cuenta la citricultura valenciana para ser más competitiva?

Tenemos la suerte de tener gran parte del tejido empresarial citrícola en nuestras tierras. Además de las mayores empresas confeccionadoras y exportadoras, tenemos también grandes empresas de desarrollo de maquinaria de confección y dedicada a la producción. Por otra parte, tenemos un enorme conocimiento del cultivo y un gran plantel de profesionales con capacidad de adaptación a las nuevas exigencias de los mercados.

Es complicado conseguir avances en los lugares de toma de decisiones (Bruselas, Madrid…) dando una imagen de sector dividido

¿Cómo definiría la evolución que ha experimentado nuestra profesión en las últimas décadas?

La importancia de los ingenieros en el sector agrícola ha crecido enormemente en los últimos años, hasta el punto de que la mayor parte de las empresas de tamaño medio y grande del sector tienen a ingenieros agrónomos en sus puestos directivos. Además, las responsabilidades de los ingenieros agrónomos se han ido ampliando y han pasado de ser meramente técnicas a abarcar los ámbitos comerciales y estratégicos de las empresas.

¿Qué amenazas acechan a la profesión?

La agricultura no pasa por un buen momento. El aumento de los costes de los insumos y la saturación de los mercados va a provocar que las rentabilidades de los cultivos se desplomen. Además, no parece existir una estrategia clara de apoyo a la producción de alimentos en Europa ni en España. Todo esto puede concretarse en la mayor amenaza para nuestra profesión: que la agricultura acabe abandonándose en Europa y desplazándose a países terceros.

Tenemos un enorme conocimiento del cultivo y un gran plantel de profesionales con capacidad de adaptación a las nuevas exigencias de los mercados.

¿A qué retos nos enfrentamos?

Debemos ser capaces de garantizar la rentabilidad de nuestras explotaciones en un escenario de inflación y aumento de costes, pero sin perder de vista la agenda europea de desarrollo sostenible, que va a exigirnos cultivar con un mínimo impacto al entorno. Además, tendremos que ser capaces de adaptar nuestras estrategias de producción a una legislación que va a ser cada vez más restrictiva y que nos va a exigir de una mayor tecnificación y de control sobre todos nuestros procesos.

¿Cuáles son los sectores de futuro para los ingenieros agrónomos?

Además de los que ya ocupamos (producción, transformación, comercialización, investigación, ingeniería, docencia, etc.), creo que en el futuro próximo va a haber una gran oportunidad para nosotros en los campos de ahorro y aprovechamiento de agua y, sobre todo, en el de diseño de instalaciones fotovoltaicas para riego.