“El cambio climático lleva más de dos décadas afectando al cultivo de la vid en Alicante: lo dicen los datos”

A pesar de su juventud, a Bernardo Sirvent le apasiona su profesión. Primero descubrió que quería ser ingeniero agrónomo, y luego que quería dedicarse al mundo de la viticultura. Ahora trabaja en la bodega más grande de Alicante, BOCOPA, desde donde ha empezado a aplicar técnicas de viticultura de precisión. Como buen ingeniero agrónomo enfoca su trabajo desde varios puntos de vista: el técnico, el ambiental, el humano, el económico, el comercial… Llama la atención su capacidad analítica y reflexiva para hablar de su profesión. Y alerta de que el cambio climático no es que esté ya aquí, sino que hace años que está modificando el rendimiento de las viñas alicantinas. Está convencido de que quien no incorpore técnicas de viticultura de precisión será atropellado por el mercado tarde o temprano.

¿Cómo cree que percibe la sociedad a los ingenieros agrónomos?

En mi opinión, nuestra profesión tiene un gran reconocimiento entre las ingenierías, precisamente por ser de las más antiguas o primitivas. En cambio, en la sociedad falta difusión y conocimiento de la diversidad de competencias y campos de actuación en los que tenemos mucho que decir. Cuando estudiaba el grado en la Escuela Politécnica Superior de Orihuela tuve la oportunidad de ir por los institutos dando una pequeña charla acerca de la profesión a los alumnos de 2º de bachillerato que tenían que decidir su futuro. Fue, sin duda, una experiencia muy enriquecedora.

¿Cuáles cree que son las claves del éxito en nuestra profesión?

El éxito, si es parcial, no es éxito. Por lo tanto, debemos de ser exitosos como personas. Hemingway decía que no hay nada noble en ser superior a tu prójimo; la verdadera nobleza es ser superior a tu yo anterior. Eso es el éxito para mí, saber andar tu propio camino, a tu ritmo, sin mirar a los demás. La clave de una vida plena es la pasión, la lealtad y unos buenos principios. A partir de ahí cada uno destacará técnicamente en su campo en mayor o menor medida, siendo fiel a uno mismo.

Dentro de las ingenierías, creo que el agrónomo es capaz de integrarse y coordinar grupos de trabajo multidisciplinares gracias al conocimiento en ramas muy diversas.

¿Cómo se ha conseguido ganar la confianza de los ciudadanos?

No sé si me atrevo a decir tanto, pero trabajo cada día para ello. Bodegas BOCOPA es una cooperativa de segundo grado, las cinco cooperativas de base que la forman agrupan a más de 400 socios. Eso son palabras mayores. Aquí, el componente social y personal es clave. Mi compañero Toni Santonja y yo intentamos estar al lado del viticultor para acompañarlo y asesorarlo, las nuevas tecnologías ayudan y mucho. Hacemos videos técnicos divertidos, pequeños avisos y difusiones e intentamos reunirnos a menudo para comentar el resultado de la vendimia, los avances en la viticultura de precisión y solventar las dudas que van surgiendo, que no son pocas. La clave es estar y saber decir una frase que parece que nos da miedo, “no lo sé”, para buscar la información, preguntar y resolver el asunto.

¿Qué hemos aportado a la sociedad a lo largo de las últimas décadas?

La sociedad y nuestra forma de vida se ha transformado completamente en los últimos 60 años. La población tuvo un gran aumento en Europa, como ahora ocurre en otros lugares del mundo que no han completado todavía su transición demográfica. Esto ocurrió gracias a unas condiciones económicas y sanitarias favorables y por supuesto al abastecimiento de alimentos, de manera regular y segura. Los ingenieros agrónomos han tenido y tienen un papel protagonista en la gestión de la alimentación del mundo. Tocando todos los palos, desde la producción hasta el consumidor final. Dentro de las ingenierías, creo que el ingeniero agrónomo es capaz de integrarse y coordinar grupos de trabajo multidisciplinares gracias al conocimiento en ramas tan diversas como la economía, la fitotecnia, la zootecnia, la genética, el diseño y la ingeniería civil, la calidad alimentaria o la valoración agraria.

El colegio defiende, creo que muy bien, los intereses del colectivo y eso nos hace fuertes.

¿En qué consiste la viticultura de precisión?

De manera muy breve: Medir para obtener datos, ser capar de extraer información de dichos datos y emplear esta información para tomar decisiones lo más precisas posibles. En mi caso siempre pensando en el vino. Parece una obviedad, pero no producimos uva, vendemos vino. Este matiz faltaba hasta ahora y hacía de esta metodología algo incompleto, puramente agronómico, que no solucionaba el problema, que es muy grave: el cambio climático presente pone en jaque la producción de vino de calidad, especialmente en el mediterráneo. Para ello nos servimos de 4 pilares: teledetección por satélite en todas nuestras parcelas, seis puntos de seguimiento detallado en los que controlamos planta-suelo-ambiente, análisis de savia, solución nutritiva y racimos y gestión integral de datos y manejo de sistemas de información geográfica. En Bocopa hemos roto la barrera entre el enólogo y el ingeniero agrónomo, trabajando juntos y estudiando el impacto final en el vino de las estrategias que hemos aplicado en campo de manera continua.

¿Qué resultados está arrojando esta técnica en Alicante, lugar donde lleva a cabo su trabajo?

Este es un proyecto que viene a cambiar la forma de trabajar y llega en el momento preciso. Llevamos tres campañas estudiando y caracterizando el comportamiento de las reinas de Alicante, monastrell y moscatell de Alejandría, junto a otras variedades que se han adaptado muy bien en la zona, como syrah y chardonnay. Esta campaña hemos sido capaces de optimizar el cultivo, especialmente en Syrah. Por un parte hemos reducido la cantidad de agua, insumos y energía empleada por hectárea y por otra hemos reducido el estrés de la planta, que tanto perjudica al vino.

Por una parte, hemos reducido la cantidad de agua, insumos y energía empleada por hectárea, y por otra, hemos reducido el estrés de la planta, que tanto perjudica al vino.

¿Qué cambios en la viticultura generará el cambio climático que tan claramente está usted radiografiando en Alicante?

El problema es que pensamos en afecciones a futuro y podemos afirmar con los datos que manejamos hoy que el cambio climático lleva más de dos décadas afectando al cultivo de la vid en Alicante. Sin duda el cultivo de la vid es un reto. Cada vez hace más calor (1,3 oC de media en Villena desde 1943), esto acorta el periodo cuajado-envero y envero-maduración, por lo que tenemos menos acumulación de ácidos y taninos y una maduración alcohólica acelerada que no coincide con la maduración fenólica y aromática. Las noches durante la maduración son menos frescas (2,05 oC más de media en septiembre) degradando rápidamente el ácido málico, elevando el pH, que provoca vinos con menos estabilidad y color y una biosíntesis de los antocianos y una polimerización de los taninos que complica las cosas. Por último, la reducción de la pluviometría en más de un 10% en los últimos 70 años (40 mm) hace del riego controlado sea una herramienta imprescindible salvo casos muy especiales. Hay que destacar que el riego llegó hace unos años, tras derogarse la prohibición de su empleo en el cultivo de la vid. En nuestra zona llevamos más de 20 años con la herramienta, pero sin la técnica, esto está cambiando. A nivel académico hay grandes ingenieros agrónomos que llevan muchos años trabajando el estrés en la vid y el riego en el viñedo. La transferencia del conocimiento y el cambio de mentalidad ha sido lento, pero ya ha llegado.

Desde siempre tuve claro que lo mío era la tierra y las personas y cuando alguien me habló de la profesión no dudé.

Por lo que conocemos de su trabajo y por cómo lo cuenta… ¿Sabía usted ya durante la carrera que se quería dedicar a esto o ha sido algo sobrevenido?

Desde siempre tuve claro que lo mío era la tierra y las personas y cuando alguien me habló de la profesión no dudé. Desde el inicio de mis estudios me di cuenta de que nuestra provincia solo puede competir dándole valor añadido a nuestros productos. No tenemos volumen para competir en producción, pero sí en diversidad, calidad y singularidad. Haciendo el máster tuve la suerte de tener de profesor al doctor Raúl Compés, que me propuso realizar un estudio acerca de los costes de inversión para la adaptación de la vid al cambio climático en Alicante, gracias a una beca de la Cátedra de Cambio Climático de la Universidad Politécnica de Valencia y la Generalitat Valenciana.

En ese momento entendí que lo que llevaba seis años buscando se llamaba viticultura. 

El cambio climático presente pone en jaque la producción de vino de calidad, especialmente en el mediterráneo.

¿Cree que los viticultores que no adapten este sistema van a perder competitividad?

No creo que vayan a perder competitividad, simplemente desaparecerán. Un manejo incorrecto del cultivo no produce la calidad suficiente para posicionar vinos de éxito en el mercado. Sin estos vinos no se puede pagar un precio de la uva que garantice la viabilidad del cultivo. Los datos son claros y hablan por sí solos: En 1900 había en Alicante más de 90.000 hectáreas de viñedo, en 1970 quedaban 40.000, hoy subsisten poco más de 10.000. Esto pone de manifiesto un error en el modelo comercial que ha hundido y arruinado la viticultura y a los viticultores alicantinos. Esto ha cambiado, con vinos como Marina Alta, Laudum Roble y Fuego Lento, de BOCOPA y otras bodegas que también están contribuyendo a poner en valor los vinos de Alicante. El éxito reside en el trabajo en común, por nuestra tierra, y el que venga a sumar y a hacer grande Alicante bienvenido sea. 

¿Cómo definiría la evolución que ha experimentado nuestra profesión en las últimas décadas?

Las necesidades de la sociedad y los retos a los que se han tenido que enfrentar los agrónomos han cambiado mucho. Ya vamos por la agricultura 5.0, con la inteligencia artificial a la cabeza. Los cambios son cada vez más rápidos, pero la profesión creo que responde con creces, con grandes profesionales que nos sitúan siempre a la vanguardia, liderando el cambio en el empleo de la técnica, la conservación del medio ambiente y la eficiencia como modelo de trabajo. 

Los cambios son cada vez más rápidos, pero la profesión creo que responde con creces, con grandes profesionales que nos sitúan siempre a la vanguardia, liderando el cambio en el empleo de la técnica, la conservación del medio ambiente y la eficiencia como modelo de trabajo

¿Qué amenazas acechan a la profesión?

Son muchos los nuevos grados que se ofertan en las universidades y cada uno reclama unas competencias que se autoatribuyen. No debemos jugar al engaño con intereses propios en la oferta de títulos, sino trabajar por identificar las cambiantes demandas de un sector clave en la economía de nuestro país y satisfacerlas con formaciones específicas que se adapten a ellas, siempre en el marco común de una base sólida y amplia. El colegio defiende, creo que muy bien, los intereses del colectivo y eso nos hace fuertes. 

En 1900 había en Alicante más de 90.000 hectáreas de viñedo, en 1970 quedaban 40.000, hoy subsisten poco más de 10.000.

¿A qué retos nos enfrentamos?

La lista es muy extensa, pero sin duda algunos son: el cambio climático, el agotamiento y escasez de los recursos, la seguridad alimentaria, la imperiosa necesidad de hacer circular nuestra economía, el problema del relevo generacional en la agricultura y la ganadería, la soberanía alimentaria y la pérdida de la cultura agrícola como pueblo.

¿Cuáles son los sectores de futuro para los ingenieros agrónomos?

Las nuevas tecnologías, sin duda, para integrarlas en cada uno de los sectores en los que ya trabajamos. Esto nos va a permitir ser más eficientes y redefinir los límites de manejo de la técnica.