“El suelo ha entrado de lleno en la categoría de sector de futuro”

Sara Ibáñez es subdirectora del Departamento de Producción Vegetal de la Escuela Técnica Superior de Ingeniería Agronómica y el Medio Natural de la UPV. Pero además de eso, esta ingeniera agrónoma es una de las máximas especialistas nacionales en suelo agrícola. Su implicación e ingentes conocimientos en esta materia la han hecho responsable del Área de Suelos del Centro Valenciano de Estudios sobre el Riego de la UPV, vicepresidenta de la Sociedad Española de la Ciencia del Suelo y presidenta de la Delegación Territorial de la Comunidad Valenciana y Región de Murcia. En esta entrevista subraya la capacidad del suelo para capturar CO2 y las implicaciones para la profesión que ello tiene.

¿Cómo crees que percibe la sociedad a los ingenieros agrónomos?

Creo que la sociedad tiene buena consideración de los ingenieros en general, sin hacer demasiadas distinciones por la especialidad; ahora bien, sí que percibo que nuestra labor es bastante desconocida para un gran grupo de población que sí vincula fácilmente la ingeniería civil, industrial o aeronáutica con la calidad de su vida diaria en la ciudad y sus actividades de ocio, mientras que a los agrónomos no sabe muy bien dónde ubicarnos más allá de nuestra relación con el “campo”.

¿Cuáles cree que son las claves del éxito en nuestra profesión?

Constancia, rigurosidad y una formación pluridisciplinar.

A día de hoy ninguna comunidad cuenta con una cartografía sistemática de todo su territorio que se haya elaborado a una escala de detalle suficiente como para poder indicar una cifra realista del número de hectáreas contaminadas

¿Cómo se ha conseguido ganar la confianza de los ciudadanos?

Visibilizando, por una parte, la necesidad de disponer de dictámenes, informes técnicos o proyectos antes de realizar cualquier actuación, y por otra, la existencia de profesionales cualificados para llevar a cabo tanto esa labor previa como dirigir y supervisar la ejecución de las obras, las instalaciones y los equipos implicados. También me gustaría destacaría el gran esfuerzo realizado en este sentido tanto por el COIAL como por la propia Escuela Técnica Superior de Ingeniería Agronómica y del Medio Natural de la UPV.

¿Existe mucho porcentaje de suelos agrícolas contaminados en España? ¿Qué tecnología se está empleando para descontaminarlo y qué líneas de negocio pueden generar estos sectores?

Resulta difícil responder a esta cuestión porque el nivel de conocimiento no es similar en todo el territorio español, puesto que la legislación medioambiental es de competencia autonómica y no estatal. De cualquier forma, lo cierto es que a día de hoy ninguna comunidad cuenta con una cartografía sistemática de todo su territorio que se haya elaborado a una escala de detalle suficiente como para poder indicar una cifra realista del número de hectáreas contaminadas. En cuanto a las tecnologías de descontaminación, todavía hay muchas posibilidades para avanzar en procedimientos ya consolidados como la bioremediación o la incorporación de la nanotecnología también en este ámbito agronómico.

¿Qué queda por hacer en el ámbito de la protección del suelo agrícola?

Pues diría que mucho, puesto que la legislación europea no deja de avanzar en este sentido y más pronto que tarde tendrá que ser implementada en todos los estados miembros. Uno de los pasos más recientes en nuestro país es Real Decreto 1051/2022, de 27 de diciembre; habiendo transcurrido un año desde su publicación es ahora cuando ya empieza a afectar de lleno a todas las explotaciones vinculadas con la actividad agraria. Obligaciones como la cumplimentación de un cuaderno de explotación electrónico o la realización de un plan de abonado anual ponen de relieve la necesidad de contar con un asesoramiento técnico acreditado capaz de gestionar el manejo adecuado de los cultivos.

Aunque el desplazamiento de las zonas con temperaturas más benignas no tiene por qué ser negativo “per se” desde el punto de vista de la erosión hídrica, sí lo es la concentración de la lluvia en episodios de mayor torrencialidad.

¿Cómo afectan los patrones del cambio climático a la erosión del suelo en España?

Agravan el riesgo de gradación en todo el país puesto que todo el territorio, incluida la zona atlántica de clima húmedo, va a estar expuesto a episodios climáticos extremos. Aunque el desplazamiento de las zonas con temperaturas más benignas no tiene por qué ser negativo “per se” desde el punto de vista de la erosión hídrica, sí lo es la concentración de la lluvia en episodios de mayor torrencialidad capaces de colapsar el proceso de infiltración de agua en unos minutos incluso en nuestros países vecinos del norte. Nuestra principal diferencia con ellos no es tan sólo respecto a la cantidad de suelo perdido, que aumentará en todos los casos, sino en el perjuicio que causa la magnitud de esa pérdida en relación a la calidad inicial del suelo. Al margen de otras consideraciones, es evidente que no es lo mismo perder el 15% del espesor en un suelo desarrollado con 150 cm o más de perfil que perderlos en un suelo esquelético con únicamente 30 cm de profundidad útil para el desarrollo radicular.

¿Cómo describirías el estado del suelo agrícola en España?

Pienso que en general, teniendo en consideración su potencialidad, es bueno. Afortunadamente, el sector posee en la actualidad un elevado conocimiento sobre la importancia de mantenerlo en buen estado, y también es ampliamente aceptado que la tecnología se alinea en esta misma dirección. Otra cuestión es la calidad, digamos “natural”, de los suelos en España, que sí está muy comprometida por cuestiones difíciles de soslayar como son la pluviometría o el relieve, así como su resiliencia para recuperarse del deterioro producido en épocas pasadas ya sea por causas naturales o antrópicas; en el caso de España difícilmente se puede revertir la degradación de forma natural, sin aplicar técnicas específicas de manejo adaptadas a cada situación en concreto. Un primer paso ineludible es conocer la situación real de los suelos en nuestro país, y aquí volvemos a la misma cuestión anterior de los suelos contaminados, la FALTA de información.

Un primer paso ineludible es conocer la situación real de los suelos en nuestro país, y aquí volvemos a la misma cuestión anterior de los suelos contaminados, la FALTA de información.

¿Qué mecanismo hace al suelo agrícola un gran sumidero de CO2?

La inmovilización del CO2 en el suelo tiene que ver tanto con el proceso de mineralización de la materia orgánica como con el funcionamiento del complejo arcillo-húmico, pues no hay que olvidar que realmente de lo que estamos hablando es ampliar al máximo el tiempo que el carbono constituyente del material vegetal, en este caso orgánico, permanece retenido antes de volver a la atmósfera en su forma inorgánica (como CO2). En el sentido biogeoquímico, el suelo agrícola no es diferente del suelo forestal. Lo que realmente los diferencia tampoco es la extensión que ocupan los cultivos en nuestro país, muy similar a la forestal, sino la capacidad que precisamente tenemos los ingenieros agrónomos para conseguir aumentar esa capacidad y revertirla en un beneficio para el agricultor.

¿Cómo definirías la evolución que ha experimentado nuestra profesión en las últimas décadas?

Si tuviera que escoger una palabra, diría que meteórica. Los ingenieros agrónomos nos hemos incorporado con normalidad a la nueva era digital, impulsando el avance tecnológico en nuestro sector de una manera evidente.

¿Qué amenazas acechan a la profesión?

Desde el punto de vista de mi labor docente, diría que precisamente la gran velocidad a la que se genera el conocimiento puede convertirse en un riesgo si olvida la gran importancia que tiene el “saber básico”. Dejar de lado la formación básica puede llevarnos a la paradoja de egresar profesionales capaces de aplicar las nuevas herramientas, pero incapaces de generar nuevos conocimientos.

La inmovilización del CO2 en el suelo tiene que ver tanto con el proceso de mineralización de la materia orgánica como con el funcionamiento del complejo arcillo-húmico.

¿A qué retos nos enfrentamos?

Pienso que, dada la diversificación de nuestras competencias profesionales, son numerosos y muy variados. Pero desde el punto de vista de la producción agraria diría que la adopción del Pacto Verde Europeo y la Estrategia Del campo a la mesa, pues pone término definitivamente a las estrategias generadas con la Revolución Verde, también en su segunda fase, mucho más biotecnológica.

¿Cuáles son los sectores de futuro para los ingenieros agrónomos?

Todo apunta al suelo como sumidero de CO2. Pienso que es una muy buena oportunidad debido a la capacidad del suelo para secuestrar el CO2, que además de estar limitada por el clima y la litología del terreno, está fuertemente condicionada tanto por el manejo agronómico del cultivo como, por ejemplo, el contenido, tipo y persistencia de la materia orgánica del propio suelo. Y en todos estos aspectos en los que el ingeniero agrónomo tiene un elevado nivel formativo. Creo que el suelo ha entrado de lleno en la categoría de “sector de futuro” gracias a que entre los objetivos ambientales a respetar a lo largo de toda la cadena de producción de alimentos se encuentra en una posición preeminente lograr y mantener el buen estado agronómico de los suelos.