“La soberanía alimentaria es lo más importante que nos estamos jugando en esta crisis”

José Guillém, doctor en ingeniería agronómica

“No sabes cuánto me alegro de que el colegio tome por fin la bandera para que en la sociedad se note la presencia de los ingenieros agrónomos. Tenéis toda mi ayuda como colegiado, como siempre la habéis tenido, ¿eh?”. Así reacciona José Guillem, doctor ingeniero agrónomo jubilado, cuando nos recibe en su despacho de la Fundación Valenciana de Estudios Avanzados, adonde acude cada día. “No hemos sabido vendernos a la sociedad, hasta el extremo de que a veces parece que la agronomía ha muerto”. 

Precisamente por eso le hacemos esta entrevista que inaugura nuestra Wikipedia a alguien que ha dedicado su vida entera a la ingeniería agronómica.

¿Cómo cree que nos percibe la sociedad?

Creo que hay una visión muy reducida y centrada solo en aspectos agraristas. Es importante que el colegio se manifieste en la sociedad y nos proyecte no solamente desde el punto de vista agrarista, sino, que además, le demos la dimensión alimentaria y medioambiental donde sus profesionales ejercen, desde la producción hasta la investigación, desde las políticas rurales hasta la internacionalización. Somos una profesión que nunca ha estado en un escenario bonito: simplemente, estamos detrás de las cortinas, en la rebotica de la sociedad. Y no debemos defender nuestro estatus en torno a unos roles que pueden ser cambiantes: nuestros conocimientos nos dan una gran capacidad de adaptación, y nuestra obligación es mirar la jugada siguiente que te viene.

¿Y cuál es la siguiente jugada que viene?

Hay un nicho de trabajo inmenso que es el de la seguridad alimentaria. Tenemos muchas empresas extremadamente competitivas y exportadoras que deben cumplir todos los parámetros de los estándares que la distribución, el marco legal y la sociedad exigen. Se necesita profesionales ingenieros preparados, porque están en juego toma de decisiones e inversiones

 

¿Cuáles cree que son las claves del éxito en nuestra profesión?

En mi actividad como ingeniero agrónomo y en el trabajo con compañeros, para mí, lo primero son los conocimientos, después el ingenio y en tercer lugar, la voluntad. A partir de ahí hemos estudiado y hemos adoptado un talante adecuado para servir a la sociedad del bien común. No solo para cubrir las necesidades básicas de alimentación, sino que esta sea acorde y coherente con la filosofía de vida de cada uno. Pero no solamente hemos aplicado los conocimientos, el ingenio y la voluntad para producir bien con la mejor técnica que nos enseñaron en la escuela, sino que hemos tenido que aprender el vender bien, el cobrar y además, ganarnos la credibilidad del mundo y del consumidor.

¿Cómo se ha conseguido ganar esa confianza?

Te contaré algo que sucedió en los años 80. El Colegio de Químicos vino a que les mostrara mi currículum porque me habían nombrado director de la Enológica de Requena. Allí se hacía, entre otras actividades, análisis de vinos, y parecía que los análisis eran patrimonio de los compañeros químicos, y por lo tanto, no tenía por qué haber un ingeniero agrónomo de director. Mi explicación fue muy fácil, además de la competencia administrativa, me han enseñado cómo se diseña una plantación, la tecnología necesaria para su explotación y a evaluar económica, social y materialmente el conjunto. Conozco a la perfección el diseño de la bodega y todos los procesos enológicos. Sé calcular la rentabilidad, conseguir la calidad y medirla. En suma, yo conozco todo el proceso desde que se planta una viña hasta que a un señor se toma un vaso de vino y le sienta bien. Cuando acabé la explicación, el compañero me dijo: me has convencido. nos dimos un abrazo y nos deseamos buena gestión

¿Qué hemos aportado a la sociedad a lo largo de las últimas décadas?

Teníamos un producto agrario de calidad excepcional, que muchas veces no era valorado. Entonces se empezaron a organizar actividades importantes para que nuestro producto agrario fuera conocido por la propia sociedad valenciana. Después, el grupo de productores, comercializadores y exportadores de cada producto se encargaba de dinamizar su actividad sobre unos productos de calidadreconocida/ certificada, que además estaban avanzados entonces al concepto comunitario de la trazabilidad. Detrás de esa trazabilidad y de esa calidad hemos estado siempre comprometidos, en sumo grado, los ingenieros agrónomos, entre otros profesionales

Podríamos decir que es usted el padre de la calidad en la Comunitat Valenciana y claro, es un defensor a ultranza de este parámetro.

Los ingenieros agrónomos, desde siempre, hemos tenido inquietud de estar al día acerca de las demandas del productor y del consumidor. Tanto del mercado interior, que nos teníamos que ganar porque nos desconocían, como de un mercado exterior que si no hacíamos las cosas bien y prestábamos los servicios adecuados nos daría la espalda. La calidad de nuestras exportaciones nos hizo ganar credibilidad y la gente empezó a creer no solamente en productos del mercado interno, sino en los que salían fuera. Las empresas y nuestros profesionales se esforzaron y lo siguen haciendo para ponerse al día en tecnología, en innovación, en reglamentos de calidad y seguridad legal que para mayor dificultad, cada año pueden cambiar.

¿Tan importante ha sido la calidad para conquistar nuevos mercados?

Gracias a nuestra calidad tenemos crecimientos de la exportación de dos dígitos y la persiana abierta ininterrumpidamente. Nuestra profesión ha granjeado mucha credibilidad al sector agroalimentario, y lo hace desde hace décadas. Recuerdo que a finales de los 80 vinieron unos inspectores de EEUU. Durísimos, casi con ganas de desacreditar nuestra producción por la falta de control de la calidad, y se encontraron con que ya entonces, fuimos capaces de acreditar toda la trazabilidad de un pitufo que escogió al azar, en tiempo real: todo el recorrido, desde la parcela hasta allí mismo. Eso es ingeniería agronómica. Eso es la calidad, y esa es la confianza que tiene el consumidor. Eso es lo que se ha trabajado toda la vida y creo que lo pueden seguir haciendo nuestros compañeros

¿Qué nos queda por hacer?

Es muy importante el relato de los valores y atributos. Hemos de saber explicar qué es lo que ocurre cuando consumes un producto, por qué es diferente a otros o qué sensaciones te puede producir, porque vamos hacia un consumo hedonista. Hay una calidad del producto per se y una calidad del producto que es la que interpreta el consumidor. Entre una cosa y la otra hay una serie de factores que hacen que la calidad la determinen los órganos de decisión de la parte compradora, no quien vende. La calidad en origen, en el lugar de producción, es una, y la calidad intrínseca del producto que tiene por el mero hecho de ser comercializado, es otra, además de la trazabilidad y la seguridad. Los ingenieros agrónomos debemos dotar a nuestros productos de una serie de valores y atributos que repercutan en unas características que los hagan diferentes por su carácter, composición y origen. Y eso debe ocuparnos prioritariamente,

¿Qué amenazas acechan a la profesión?

He podido encontrarme o formar parte de equipos profesionales, con ingenieros agrónomos, biólogos, abogados, economistas y de otras ramas de la ingenieria… Pero te digo una cosa: la eficiencia de la gestión en el mundo agrario ha empezado a declinar cuando hemos dejado de gestionar los ingenieros agrónomos y lo han empezado a hacer otras profesiones que con excelente formación, se limitan a interpretar el BOE o el DOGV y desconocen crónicas, realidades o productos. O se crea valor o no sirve para nada el esfuerzo realizado, porque leer, a Dios gracias, hoy en día, leer todo el mundo, pero interpretar, dar sentido y despertar sensaciones muy pocos

¿Y qué retos?

O evolucionamos hacia la digitalización, el uso de drones, el riego inteligente y demás ofertas de la Inteligencia artificial, investigamos e innovamos o perderemos competitividad y la soberanía alimentaria, que es lo más importante que nos estamos jugando en toda esta crisis. Se ha visto que cuando hemos perdido las industrias básicas hemos perdido los elementos esenciales de relación social y  dejado de producir algunas cosas, que después hacen falta ¿Ahora qué pasa? Faltan chips, la electricidad es cara… Estamos ante un problema que tiene una infinidad de flecos y es ahí donde los ingenieros nos tenemos que arremangar.

¿Cuáles son los sectores de futuro para los ingenieros agrónomos?

Sin ninguna duda, la logística. La logística de alimentos es peculiar. Si estamos hablando de unos tomates refrigerados o de carne congelada no pueden estar por el camino más del tiempo del que tienen que estar. De esta logística tan especial muy pocos se está ocupando, y yo pienso que alguien se ocupará, porque es un negocio de futuro. Y además, en empresas de todos los tamaños. Hoy en día vemos información que sale en la prensa sobre familias con una explotación muy pequeña que están vendiendo y garantizan que el producto va a llegar en menos de equis tiempo a tal sitio y que tú lo vas a recibir en condiciones, y lo hacen mejor que la gran distribución. Tenemos un ejemplo clarísimo con un chaval de Bronchales que vende jamones gracias a una campaña a través de WhatsApp. Pero de igual forma tenemos que ser capaces de colocar productos de calidad desde los puntos de origen a mercados de destino (de Carcaixent hasta el Covent Garden, pe). Si ahora los camiones no son tan rápidos, se quedan en Calais parados y no hay acuerdos ni voluntad internacional como para que un producto llegue en el tiempo que sería deseable, se tienen que buscar alternativas, pero nuestras producciones tienen que llegar a todos los mercados a precios adecuados.

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Esta entrevista es una aportación al proyecto del Observatorio de la ingeniería agronómica si quieres participar ponte en contacto con nosotros a través del mail secretaria@coial.org

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